La lluvia sorprendió a un viajante de comercio por el campo, y para guarecerse del agua el hombre se dirigió a un rancho que había en las cercanías. Golpeó la puerta que estaba cerrada y de adentro una voz le contestó:
-Adelante.
El viajante entró allí y encontró a un paisano sentado en un cajón tocando la guitarra. El forastero pidió permiso para quedarse hasta que dejase de llover, y el otro se lo concedió de la mejor manera posible, y siguió tocando tranquilamente.
De pronto el viajero, que había estado observando las muchas goteras que tenía el techo, por lo mal cuidado dijo al dueño del rancho:
-Pero, amigo, ¿cómo no se le ocurre tapar esas goteras? Casi llueve tanto aquí como afuera.
-¿Cómo quiere usted que lloviendo como está me suba arriba del techo para componerlo?-replicó el paisano.
-Hombre, no digo que lo haga ahora, sino cuando no llueve.
-¡Bah! contestó el paisano- cuando no llueve aquí tampoco hay goteras.
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