sábado, 24 de marzo de 2018

Julio Cortázar: “De la tierra al cielo” Por Héctor Fuentes

         Rayuela se llamaba el libro en donde vos tirabas una piedrita y te acercabas al cielo. Al dar vuelta la hoja del primer capítulo, la tierra se te empezaba a despegar de los dedos.
Una música de jazz lo inundaba todo. Un tal Horacio Oliveira buscaba a "La Maga". Un departamento parisino alojaba a un grupo de amigos.
Corría el año 1963 y las palabras comenzaban a mostrar su hartazgo. Julio Cortázar lo sabía, por eso había empezado a jugar con ellas: "Pureza. Horrible palabra. Puré y después za."
Esos ojos enigmáticos que te miraban desde la solapa del libro, veían más allá.
Jamás el mundo vuelve a ser el mismo cuando alguien te permite mirarlo a través de la vida de un trompetista de jazz.
En ese swing incomparable, se narra la verdadera vida. Aquella que enlaza el caos buscando la belleza.
Su pluma es el lápiz invisible que va dejando al descubierto el sedimento que esconden las Costumbres.
El gesto mecánico se nos destroza. De pronto vemos los intersticios. Un hilo frágil comienza a deshilacharse, y ya no volvemos a caer en la trampa.
No hay papel carbónico para la experiencia. No hay recetas magistrales para los intereses del alma. No hay un único camino. Hay un sendero cambiante, signado por la intermitencia de los deseos.
El azar se antepone a la lógica. Los sueños sabotean la realidad: unos Cronopios forajidos irrumpen de repente, la toman por asalto del pescuezo y la obligan a desembuchar su arco iris escondido.
El hombre vuelve a ser hombre. Y la palabra vuelve a ser un milagro que grita al nacer.
Las horas ya no pasan solamente en el reloj. Alguien ha roto las agujas. Alguien ha jugado en las vías del tren. Alguien ha superpuesto las encrucijadas con el mismo desdén de quien mezcla un mazo de cartas.
Jugar, jugándose la vida. Vivir el juego, sin despreciar las reglas. Saltar los casilleros en busca del cielo. Abandonar tierra firme con la alegría de un Marinero.
Gracias Julio por legarnos un mundo nuevo. Gracias por señalarnos que la vida, es juego.

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