sábado, 9 de febrero de 2019

“Contate un Cuento XI” - Mención de Honor categoría D: “Nueva felicidad” Por María Elena Bauer

Los viernes iba a Mar del Plata, en El Rápido, a la tarde, porque a la mañana siguiente comenzaba la cursada de Locución, a las ocho. Dormía en un hotel barato muy cercano. A las catorce terminaban mis clases y regresaba a mi casa en Balcarce, sobre las cuatro de la tarde.  No me acompañaba nadie, ya que estaban todos ocupados.
Luego de un mes preparándome para viajar, oí el timbre. Abrí, saludé y al pasar me dijo: “¿Querés que te acompañe?”
-Ni loca. ¡Te vas a aburrir!
-No, tengo ganas de oír tus clases. Vamos en mi auto, y a un hotel mejor, no a esa pocilga donde descansas.
-¿Te parece?
-Sí, salimos a las seis de la tarde, vamos a otro hotel, cenamos, dormimos tranquilos y, a la mañana del sábado, desayunamos y te acerco al instituto.
- Bueno, me gusta el programa. Pero te advierto, son varias horas: voy a prueba de micrófono, a informativos, lectura de propagandas, a idiomas y, por último, prueba de voz y cuerpo. El profesor viene del Teatro Colón. Y ¿sabés? ¡Está re bien!
-¿A qué vas? ¿Por el profe?
-No, es un chiste.
Arrancamos en punto. Fuimos al hotel que eligió. Luego de cenar, sobre las diez de la noche, ya estábamos en cama porque había que madrugar. Pero antes, en el camino, le comenté que, una vez terminadas las clases, almorzaríamos, dormiríamos una siesta corta y, si el día pintaba lindo, quería ver vidrieras y hacer algunas compras.
-¡Hecho! Lo que quieras. ¡Si sabés que te hago todos los gustos!
El sábado amaneció brillante.
-Vamos que no quiero llegar tarde. Yo entro, me acredito y vos estacionas.
-¡Bueno! Pero voy a ir para ver lo que hacés.
-¡Bien!
Se inició el ritmo de cada tema. Me seguía a cada sala de clase. Se sentaba a un costado y, si aprobaban mi actuación, me guiñaba un ojo y levantaba el pulgar. Así hasta el final.
-¿Te gustó? ¡Ahora cumplí con lo pactado ayer!
Almorzamos, dormimos una siesta y a las cinco dijo:
-Vamos, ¿querés pasear por la peatonal?
-Dale. ¡Sabés que me gusta ver vidrieras!
Caminamos sin prisa. Y de golpe, viendo lo que me gustaba, paramos.
-¡Acá quiero entrar!
-Listo, comprá lo que te guste. Mientras me de la tarjeta…
Ya adentro, dos señoritas nos atendieron.
-¡Muéstrele a la señora lo que desee!
-Quiero probarme los dos trajes de vidriera y la blusa salmón.
-Pase al probador  dijo la empleada- y le alcanzó las prendas.
Me pruebo un traje con la blusa, salgo y digo:
-¿Te gusta?
Estaba sentado en un mullido sillón tomando café, ofrecido por la gerente, y yo paseaba por la pasarela.
-¡Sí! ¡Te queda bien! ¡Probate el otro también!
-¿Te parece?
-Sí, si te gustaron los dos.
Vuelvo al probador. Salgo con el otro traje y digo:
-¿Y?
-¡Fantástico! Comprá los dos y la blusa. Elegí algo más que te guste…
Vuelvo al probador y la empleada, con cara pícara, dice:
-¡Señora, aproveche! ¡No siempre se tiene un amante tan generoso!
Sonreí, salí al salón con mi ropa y vi las miradas cómplices mientras colocaban todo en elegantes bolsas y él pagaba. Dio las gracias y, al tomarme del brazo, dijo:
-¿Te vas contenta?
-¡Por supuesto! Yo no pedí tanto. ¡Hasta luego y gracias!
Ya en la acera, lo dejo un instante en la puerta, vuelvo a entrar y le digo a las empleadas:
-¿Vieron que flor de amante es mi querido padre?
Primero rieron, luego se sonrojaron.
En la puerta, ambos no parábamos de reír por lo chusma que habían sido. Pero esta escena sirvió de mucho porque ¡no olvido ese feliz día que sirvió para reencontrarnos como padre e hija, luego de la partida de mi mamá!

América Por Francisco Juárez Almirón (Colaboración Juan Carlos Pirali)


(América bella y cálida
tierra bendecida con amor)

Rincón del divino tesoro
Quiero en tu trópico calor
Cantarte con dulce amor,
Raudales del verso de oro,
Quiero darte mi canción,
Dorando tus cordilleras.
Los mares y las riberas
Que me dan inspiración.
De Pegaso el tropel...
Toda América escuchará
La pampa y el Canadá
Sublimado en mi rondel,
Tierra que los troyanos
Soñaran con fantasía
¡Quemar con incienso un día,
Como los mismos romanos!
Tierra soñada por Dante
Delirio del corazón...
Bendecida por Colón
Hasta para el Judío Errante
Tierra de humano solar
Albergue de muchas razas
De ilusiones y esperanzas
Posibles de realizar...
En llanos y en las cumbres
Giran mis versos volando
Ya rugientes, ora soñando
Entre auroras y entre lumbres
Cantor de América Latina
Hijo de tu entraña prometida
Bohemio seré para toda la vida,
Pero de Patria Argentina.

1839-Libres del Sur-1939 - DOLORES CHASCOMUS Nota de F. JUÁREZ ALMIRON (Extraído de El Liberal”, 30-10-1939) - Por Juan Carlos Pirali



      A cien años de !o que dio en llamársele un intento de golpe de estado y no una verdadera revolución contra la tiranía de un gobierno déspota y criminal, que tenía mancillado al pueblo argentino, no podemos los de sangre pura, ponerle barreras a la verdad, ni hacerle puente a la razón, para que cruce la mentira, arriando la bandera que fue enlodada por los federales. No podemos exagerar los hechos. Es un axioma: ''La verdad con mesura, si afecta la susceptibilidad, no hiere el sentimiento ni lacera el corazón"...
Vayamos a los trágicos sucesos del 7 de Noviembre de 1839 y así, recordaremos como la hiena de Palermo devoró al manso cordero del sur.
Sea en aras del destino de las cosas, sea por imperio de Dios ¡lo pasado perdonado! Sigamos en cuenta nueva, por la vía que el tiempo y el buen ejemplo nos ha trazado sin odios ni rencores, para evitar los encontrones...
Las fuerzas organizadas en Dolores por Rico, Ramos Mejía, Lastra, Madero, Márquez, Crámer,  Olmos, bajo la  jefatura de Don Pedro Castelli, se constituyeron con los de gauchos que tenían los estancieros del sur y costa del Atlántico. Campos, Machado, Chacón, de la Canal, Almirón, Juárez y otros muchos que eran víctimas no ya del indio salvaje, sino del malón montaraz que al grito cíe ¡Viva Rosas y mueran los selváticos!, arreaban con los ganados para los saladeros de Ajó que el tirano había acaparado; y ahí todo moría, y todo quedaba porque los que llevaban las reses, solo recibían una botella de caña paraguaya, volviendo a los montes y a las sierras envueltos en harapos y mugre, calzando botas de potro y gato montés, manufacturado todo esto, por ellos mismos.
La gente que no comulgaba con Rosas, ni con sus esbirros era saqueada, asesinada y vejada su familia sin respetar estado ni edad.
La mayoría de los estancieros del Sur de Buenos Aires, acosados por las violentas imposiciones y despojos de que eran víctimas, preferían arriesgarse al salvajismo de los indios pero, nunca a la barbarie del tirano ni do su mazorca militarizada. Ya por el año 1836 un grupo de hombres valientes y decididos, bajo la dirección de Victorio de la Canal y Reyes Almirón partieron para la zona de Quequén Grande, Pescado Castigado y Claromecó a mas de 600  kilómetros de la metrópoli, allí fueron dispuestos a civilizar indios o a morir bajo la lanza indígena.
Pero los que quedaban, viviendo bajo el humo de! indio incendiario y el dolor del crimen colorado,  seguían las instrucciones de Maza y de Lavalle, se reunían, conferenciaban y se organizaban en Dolores y  Chascomús, todo en combinación con los caudillos y hombres apartados de Rosas, unos en Montevideo y otros en Chile. 
En esta revolución estaban comprometidos muchos militares en servicio activo, para derrocar al Gobierno que había' esclavizado al pueblo...

Nota:
El balcarceño Francisco Juárez Almirón realizó esta nota sobre los Libres del Sur en El Liberal del 30 de octubre de 1939. 
También hay algunos datos sobre donaciones que él hizo al Museo de Dolores, incluso de una rastra de plata y oro que Juan Manuel de Rosas le había regalado a Reyes Almirón, padre de Francisco.
Juárez Almirón falleció el 11 de abril de 1943.