sábado, 13 de abril de 2019

La greda olorosa Por Sadi

Al entrar al baño un día
me puso un hombre en la mano
una greda que tenía
un aroma soberano.

Tómela y díjele: “¿Estás
de almizcla o ámbar formada?
Que me encantas por demás
con tu esencia delicada.

Tosco terrón antes era,
repuso; mas tuve yo
la rosa por compañera
y este grato olor me dio.

Así parezco ser,
tan sólo barro sería
muy despreciable, a no haber
Tenido tal compañía.

(La greda era perfumada con esencias por los Persas para ser usada como jabón)

UN HOMBRE DE CONCIENCIA Por Monteiro Lobato

Se llamaba Juan Teodoro  nada más  el más pacífico y modesto de los hombres. Honestísimo y lealísimo, pero con un defecto: el de no atribuirse el menor valor. Para Juan Teodoro, la cosa de menor importancia en el mundo era Juan Teodoro.
Nunca fue nada, ni concebía la hipótesis de que pudiera ser nada. Y durante mucho tiempo no quiso nada, ni siquiera lo que todos allí querían: mudarse a tierra mejor

Seguía, sin embargo, con el corazón opreso, el visible desmejoramiento de su Itaoca.

Esto ya fue cosa mejor  se decía a sí mismo . Tuvo tres médicos muy buenos: ahora sólo tenía uno, y bastante malito. Tuvo seis abogados, y hoy apenas da trabajo para un rábula ordinario, como Tenorio. Ni circo cae ya por aquí. Nada: la gente que sirve, se muda. Queda el rastrojo.   Decididamente,  mi Itaoca se  está  acabando...

Un buen día se produjo la gran novedad: el nombramiento de Juan Teodoro para delegado de Itaoca. Nuestro hombre recibió la noticia como quien recibe un garrotazo en la cabeza.
 ¡Delegado él! Él, que no era nada, que nunca había sido nada, que no quiso ser nada, que nunca se creyó capaz de nada... _

Juan Teodoro cayó en profunda meditación. Pasó la noche en claro, pensando, mientras acomodaba las valijas. Allá por la madrugada las puso sobre un borrico, se ahorcajó en su viejo jamelgo y partió.
Antes de abandonar la ciudad le vio un amigo madrugador.

- -¿Qué es eso, Juan Teodoro? ¿Adonde te largas tan temprano, así, con armas y bagajes?
-Me mando mudar  respondió el "retirante". Me he convencido de que Itaoca llegó, realmente, a su fin". . .
-Pero, ¿cómo? ¿Ahora que eres delegado?
-Precisamente por eso. En tierra donde Juan Teodoro llega a ser delegado, no vivo. ¡Chau!

Y desapareció.

La Prensa, 11 - XII - 1938.

UNA FALSA NOTICIA QUE PREOCUPÓ EL PUEBLO DE BALCARCE EN 1893 Por Juan Carlos Pirali

           El diario “La Patria” de Dolores publicó una noticia en su edición del 28 de diciembre de 1893, a raíz de un telegrama que había recibido en el cual, se informaba que se había producido un  asalto a la sucursal Balcarce del Banco de la Provincia de Buenos Aires, a las 3 p.m. del día 27 de diciembre, agregando que el autor del hecho era Juan Melazo, acompañado por otro individuo sin identificar, y que las puertas tenían impactos de bala, pero que “gracias a que penetró en ese momento don Pedro Nogués  se evitaron desgracias”.

Como “La Patria” era un medio periodístico regional que llegaba a Balcarce, en un primer momento el hecho había provocado preocupación en esa ciudad, pero después se comprobó que era una falsa noticia.

Ante esa información, el señor Juan Melazo acuso por calumnias e injurias a Antonino Reyes como autor de dicho infundio, ante el Departamento Judicial de Dolores, donde intervino el juez de 1ra. Instancia, quien requirió información al respecto al Juez de Paz de Balcarce, y éste llamó a declaración a Reyes, iniciándole un sumario. Pero pasó el tiempo, hasta que el 5 de diciembre de 1894, el juez de Dolores Leopoldo Tahier, consideró que encontrándose paralizada la causa, y el interesado no había gestionado su tramitación, ordenó archivar la misma sin más trámite.

LA IMPORTANCIA DEL AGUA EN LA GANADERÍA Por Juan Carlos Pirali

          Desde el día en que el ganado pisó por primera vez estas tierras, éste necesitó para mantener su existencia como aliado más indispensable, el uso del agua, por tal razón, la mayoría de los hacendados concentró sus animales en zonas cercanas a los ríos y lagunas, para asegurarse el aprovisionamiento del vital líquido.

Hay documentaciones del siglo XIX con referencias sobre las graves consecuencias que producían las sequías en la incipiente ganadería bonaerense.

Sobre lo expuesto, el capitán Alexander Gillespi, que integró la fuerza británica durante la invasión al Río de la Plata en 1806, estuvo confinado en San Antonio de Areco y escribió sus observaciones sobre las características del interior de la provincia de Buenos Aires. Al respecto, decía que en el citado año, don Marcos Zabaleta, un hacendado de esa zona, había perdido más de 12.000 cabezas de ganado de las 60.000 que poseía, como consecuencia de una gran sequía.(1)

Una de las sequías con resultados más devastadores fue la que azotó a la provincia bonaerense durante los años 1829, 1830 y 1831, que ocasionó la muerte de más de un millón de vacunos.(2)

Los métodos para obtener agua de pozo o de aguadas eran muy precarios, y uno de los sistemas utilizados que perduró hasta mediados del siglo XX fue el llamado “balde sin fondo”, cuyo invento pertenece a un hombre de campo; don Vicente Lanuza, quien en 1826 patentó ese artefacto de extraer agua. Se trataba de un balde en forma de manga, que generalmente se fabricaba con el cuero del pescuezo de un caballo, con un fondo móvil o especie de sopapa o válvula que bajaba al pozo mediante una cuerda tirada por un caballo, y al cerrarse el extremo inferior impedía la salida del agua, la que era volcada en represas o bebederos.

Ese sistema para la extracción de agua fue observado por William Mac Kann en 1847 durante su paso por Chascomús, Dolores, Tandil, Azul y Tapalqué.(3)

Ese balde era usado en aguadas o jagüeles, que según relata Dareaux se trataba de “pozos grandes cudrilongos, cavados hasta dos metros bajo del nivel de las aguas subterráneas”.(4)

Un elemento que vino a revolucionar el sistema de extracción de agua fue el molino de viento, el que ya era usado hacía varios siglos en Europa para la molienda de granos, para el riego y para el bombeo en tierras ubicadas bajo de nivel del mar.

El inventor del primer molino de viento utilizado para extraer agua, sería un norteamericano llamado Wittaker, así lo cita Pedro Capdevilla en “La Estancia Argentina”, donde también hace referencia a don Thomas Alsey, fundador de la primera cabaña de ovinos Merino en Morón en el año 1814, como el fabricante del primer molino de viento en Buenos Aires en un taller de la calle Alem al 70.(5)

(1) "Buenos Aires y el Interior". Ed. Hyspamérica, 1986
(2)Mario D'Angelo. "Seguros del ganado". Buenos Aires, 1968
(3) William Mac Cann. "Viaje a caballo por las provincias argentinas". Impr. Ferrari, Bs. Aires 1968
(4) Godofredo Daireaux. "Estancia Argentina". Censo agropecuario 1908
(5) Arturo Capdevila. "La Estancia Argentina". Ed. Plus Ultra, Buenos Aires 1978.