Canciones de plata ritmaba la luna
por sobre la fuente de noche otoñal,
y sobre la fronda fantástica y bruna
fingiendo los seres de un cuento ideal.
La bella, embriagada de rayos de plata,
miraba en los cielos la blanca vestal,
y luego en la fuente que el astro retrata
miraba ese cuadro de viejo misal.
Al fin, en su seno de raros antojos,
extrañas nostalgias sintió florecer,
extrañas nostalgias, que en labios muy rojos
creciendo veloces son flores de arder.
"Servime en mi copa de múrrino encanto
ese astro que vemos, tan blanco, flotar;
servime en mi copa, con néctar de llanto,
que bebo si el alma me quiero embriagar".
"Bébelo en la fuente, - le dijo el poeta-,
allí donde boga cual pez de ilusión,
brindando joyeles de dicha secreta
ó lágrimas tiernas de amante ficción:
Acerca tus labios a la onda azulada,
con venas de plata de luz irreal,
besando la blanca vestal reflejada
con labios fervientes de rojo coral".
Y luego volviendo con raro embeleso,
y el labio temblante por sorda emoción;
le dijo, "es muy frío, muy triste ese beso
que damos a toda fingida visión".
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