Para levantar las pirámides
doscientos mil hombres, a lo largo
de tres generaciones, cargaron y arrastraron
millones de toneladas de piedra.
Dos imágenes de restos óseos
revelan el costo de las obras:
la columna vertebral de los obreros
aparece curvada en dos secciones,
muestra fisuras, bordes corroídos,
luxaciones, agobio eterno.
La de los faraones, sacerdotes y altos
funcionarios, se ven erguidas
y frescas como recién nacidas.
Después de 4.000 años,
vértebra sobre vértebra, crujido a crujido,
el espinazo innumerable
sigue cargando el peso
del sueño y la podredumbre de los señores.
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