Tomás Moore, que fue célebre poeta irlandés, era hijo de un almacenero. Hallándose una ves en un banquete, un aristócrata vanidoso quiso humillarlo y le preguntó en alta voz si no era almacenero su padre. Moore, sonriendo, le contestó que si. El otro, entonces, tornó a preguntar que por qué no lo había hecho también a él almacenero. En respuesta pidióle Tomás que le permitiera. una palabra. "Le preguntaré si no fue acaso un gentilhombre su padre", dijo el poeta. El caballero, que no atinaba a donde iba a parar su interlocutor, contestó: "Tan gentilhombre fue, que jamás hubo quien lo igualara".
El poeta, que esperaba esta respuesta,, añadió; "Y entonces, ¿podría explicarme por qué su padre no hizo también de usted un gentilhombre?"
La risotada general que acogió esta salida, fue el merecido castigo del impertinente.
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