Hace mucho tiempo que mi brazo fuerte
fue activa parte de la historia humana.
Allí estaba mi razón. Mi mente sana,
compartió toda fatiga y toda suerte.
Por entonces, señor era de mi cuerpo;
ordenado, limpio y ágil lo tenía
y donde mi libre corazón quería
tras él marchaba con ademán resuelto.
El dinero, tiempo y voz tenían sentido
y no cansaba el color a mi pupila.
Aún la sombra de mi cuerpo, tan tranquila,
en las noches olvidaba lo vivido.
Pero hoy todo mi universo son mis pasos,
el pensar en lo que fui, y resignado,
conducido por extraños soy llevado
donde quieren ir sus piernas y sus brazos.
Y en la breve lucidez de mi memoria
que soporta la nostalgia como un peso
aún me quedan la alegría y algún beso,
redentores de mi tumba y de mi historia.
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