Por el reino de Galicia
Un soldado caminaba,
Y llegando a un lugarcillo,
Entró alegre en la posada.
Preguntó a la mesonera
Que qué de comer le daba:
Y ella le dijo que en todo
El lugar no había nada;
Y el soldado replicó
Con astucia y con cachaza:
« ¿Habrá algunos guijarritos
De aquellos que hay en el agua
De ese arroyo que se ve,
Que cerca del lugar pasa?»
« Eso, señor, a montones,
Respondió; pero ¿qué saca
Para comer de que yo
Vaya ahora y se los traiga? »
« Es que yo, dijo el soldado,
Tengo el secreto y la gracia
De tomarlos y ponerlos
Has sabrosos que unas natas;
Y yo le enseñaré a hacerlo.»
Alegre corno una pascua
La sencilla mesonera
Fue por ellos, con el ansia
De enriquecerse con cosa
Que tanto le acomodaba.
Trajo una buena porción;
Y el soldado preguntaba:
« ¿Hay aceite ? » < Sí, señor.»
« ¿Hay huevo? y pan en casa? »
A todo dijo que sí;
Y el buen soldado, con maña,
Hizo de todo una sopa
Y se la comió con gana.
Y viendo la mesonera
Que los guijarros dejaba
Y lo demás se comía,
Le dijo muy admirada:
« ¿Por qué dejáis los guijarros? »
Y él la respondió con gracia:
« Esos se dejan después
Que ya han dado la sustancia.»
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