- La envidia se destruye con la verdadera amistad, y la coquetería, con un amor sincero.
- Nada hay tan contagioso como el ejemplo.
- A veces nos hacemos más agradables por nuestras faltas que por nuestros méritos.
- Las mayores faltas son las de los grandes hombres.
- Fácilmente excusamos en nuestros amigos las faltas que a nosotros no nos afectan.
- Pocos cobardes se dan cuenta de la magnitud de su miedo.
- Por mucha que sea la diferencia entre las fortunas de los hombres, hay siempre una especie de compensación entre el bien y el mal, que los hace a todos iguales.
- Dicen siempre que es ciega la fortuna los que no han recibido sus favores.
- La razón de que seamos tan volubles en nuestras amistades es, que se hace muy difícil conocer las cualidades del corazón y muy fácil las de la cabeza.
- Más deshonroso es desconfiar de un amigo, que ser engañado por él.
- No merece el nombre de bueno el que no tendría alientos para ser malo; toda otra bondad obedece casi siempre a la pereza y a la impotencia de la voluntad.
- Un tonto no posee los elementos necesarios para constituir un hombre bueno.
- Nadie es, ni más feliz ni más desgraciado, de lo que él mismo se imagina.
- Cuando nuestro odio es muy violento nos hace descender a un nivel aun más bajo que el de aquellos a quienes aborrecemos.
- Todo el mundo hace elogios de su propio corazón; pero ninguno se atreve a hacerlos de su cabeza.
- La hipocresía es el homenaje que rinde el vicio a la virtud.
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