sábado, 10 de febrero de 2018

FAROLERO Por Mercedes J. Aldalur


A Mariana Landry de Halls
I

Tardecitas de mi pueblo,
de allá por el novecientos,..
Los niños cantan la ronda,
pasa Miguel farolero.

Cien faroles, cien faroles,
tienen  las  calles del pueblo,
diez peldaños, diez peldaños,
la escala del farolero...
Que hay que subir y bajar,
para encender cien luceros.

Las rondas son margaritas,
florecen en los senderos,
giran, giran, giran, giran
como a capricho del viento.
"Hilo de oro, hilo de plata",
canta la ronda en el pueblo.

Después de la media tarde,
pasa  Miguel farolero,
cien chispazos roba al sol
y los deja prisioneros,
en las cajitas de vidrio
de los faroles linderos.

II

¡Qué linda era aquella ronda,
que del hilo fino hablaba
que se hilaba en Portugal,
para el ajuar de la novia
que se quería casar...
Más la madre se oponía,
la niña triste lloraba,
el pastorcillo enojado
al rey su historia contaba
y al fin ella, arrepentida,
la mejor hija le daba.
Y los novios se casaron
luciendo el rico cendal,
“Hilo de oro, hilo de plata”
que se hilaba en Portugal

Los niños se hicieron hombres,
las niñas también crecieron,
y ... adiós rondas infantiles
y ... adiós Miguel farolero,
que te fuiste para siempre
encendedor de luceros.

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