El sudor de su frente regó el suelo
en apuesta de suerte “cerealera”.
A su impulso la tierra se hizo fértil
en fructíferos logros de cosechas.
Sobre agreste aridez y en el barbecho,
puso brío y denuedo en cada melga.
Apiló en su labor albas y ocasos
con empuje y valor en cada siembra.
En el “Grito de Alcorta” alzó su brazo
con el puño cerrado de protesta,
y avivó las conciencias productoras
en el canto viril de la epopeya.
En memorias de tiempos de labranzas
los recuerdos le traen glorias y penas.
Esperanzas y sueños malogrados
y un reclamo sin eco, sin respuesta.
Rememora su mente lo vivido
el acero bruñido de la reja.
El continuo aletear de las gaviotas
y el desflore de vírgenes praderas.
Inclemencias del tiempo. Sol y frío
no pudieron doblar su fortaleza.
Vencedor en la siembra y en la trilla.
Conjunción de labriego y de mancera.
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