Como homenaje a esta escritora Balcarceña, que dejó de
existir este martes, a los 91 años, nacida en Chascomús, dejamos con ustedes el
prólogo realizado en ocasión de publicarse la antología: “Letras de Balcarce”,
año 1999), junto con las poesías que en aquella edición se publicaron.
Redactar una especie de biografía de uno mismo, resulta
algo tan particular como aplaudirse.
No quisiera que a esta altura de mi vida y de los hechos
que he participado, tomase gratuitamente el título de poco humilde.
Sí, voy a comentar que fui galardonada con algunas
distinciones; que bondadosamente el Señor me permitió acceder a la posibilidad
de editar y que me editarán diversos libros aún en otros idiomas. Es así como
nacieron "Intuiciones y Certezas" (Sábato, Ernesto) "Hechos y
Hacedores" (Revolución Francesa), "Nada Personal" (encuestas),
todos estos ensayos; "Cuentos de Suertes y Tardes" (cuentos);
Poesías, etc.
En 1997 me fue otorgada la distinción por la Honorable
Cámara de Diputados de la Provincia, como destacada escritora bonaerense.
Fui seleccionada para integrar la "Bibliografía de
Narradoras Argentinas del siglo XX".
Voz
Hablo por los que tienen los labios sellados totalmente.
Sonrío, por los que esbozan un pobre rictus.
Miro por los que tienen telarañas en los ojos.
Respiro, por los que ya no lo hacen, repelen el oxígeno.
Me quejo, por aquellos que todo lo aceptan,
aún el lodo, el escarnio, el despotismo, guerras y
discriminación.
Rezo, por tantos descreídos que no propician la justicia
humana.
Canto feliz, por siembras y cosechas, por praderas
y llanos... Por sus frutos.
Lloro por el dolor ajeno y por el mío. Me enorgullezco
de vislumbrar lo bueno, y un poco a tientas,
un poco a tientas, acepto el desafío de los tiempos.
Hablo. Sonrío. Miro. Respiro. Me quejo. Rezo. Canto y lloro,
para ayudar y ayudarme en un mundo que quieren convertir en
escombros,
y él se opone tenaz a ese Destino, porque piensa,
habla, respira, se queja, canta, reza, llora, ríe y tiene
esperanza.
Lucha palmo a palmo, para sentirse vivo.
Como tú, como yo, hermano mío.
La Guerra
Lloran los que perdieron en la guerra
y descarnados
vuelven por los campos
con las armas humeantes.
Los que buscan sentirse inocentes
más acá, más allá
de feroz acometida. Hay un pesar tremendo, enajenado.
Y... vuelven descarnados con las armas humeantes.
Pisotean la tierra removida,
caliente, y en la otredad el túmulo como
señal de nada. De final.
Duele.
Maltrata.
Lloran. Miran el cielo. Esfuman las hazañas
con la muerte a cuestas. Vida por Vida.
Regresan ateridos misterios y al internarse
en mítica infancia de unos pocos,
lloran. Lavan los hombres fuertes tantas culpas ajenas.
Vida por Vida.
No hay concesión.
La guerra es un gran juego macabro
Tambores y Danzas
Todo oscurece. Se apaga la tarde.
Cubre la ceniza el paisaje estéril.
A lo lejos, sobre selva escasa en brutal gemido
el viento,
el viento... Se arrastra.
Se arrastra.
Resueltas manadas rugen,
trotan,
hociquean,
se vuelven, revuelven casi en dos patas.
Resguardo mi cuerpo en antigua gruta. Escucho estampidos.
Asoman las trompas como en un infierno donde el miedo arde.
Ráfagas extrañas Copas que se quiebran,
que caen exhaustas.
Graznidos. Chillidos. La selva en danza.
Avanza, avanza la oscura tormenta. Extraña.
Extraña.
Sonidos alertas, bisontes, las negras panteras,
leones y jirafas.
Todo se convierte en salvajes gritos
y espantada veo desde mi refugio piedra
calcinada.
En alto las trompas. Rugidos, graznidos.
Huye. Huye la atroz caravana,
la atroz caravana, mientras a lo lejos
tambores que atruenan,
tambores que atruenan,
tambores que incitan a tribus lejanas.
La lucha de etnias paraliza el Cosmos. La Naturaleza
responde,
acomete,
se refugia,
ataca.
Grandioso misterio es quien la comanda.
Tambores. Tambores.
La selva alerta.
Hermano y hermano.
El cielo es ceniza. La muerte está en danza.
Tambores.
Tambores.
Danzas.
Danzas.
Danzas.
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