jueves, 24 de septiembre de 2020

Carta de un león a otro Por Chico Novarro (Bernardo Mitnik)

 Perdona si te digo, hermano mío,

que ganas de escribirte no he tenido.

No sé si es el encierro,

no sé si es la comida

o el tiempo que ya llevo de esta vida.

 

Lo cierto es que el zoológico deprime

y el mal no se redime sin cariño.

Si no es por esos niños

que acercan su alegría

sería más amargo todavía.

 

A ti te va mejor, espero,

viajando por el mundo entero

por más que el domador, según me cuentas,

te obliga a trabajar más de la cuenta.

 

Tú debes entender, hermano,

que el alma tiene de villano:

al no poder mandar a quien quisiera

descarga su poder sobre las fieras.

 

Muchos humanos

son importantes,

silla mediante,

látigo en mano.

 

Pero, volviendo a mí,

nada ha cambiado

aquí desde que fuimos separados.

Hay algo, sin embargo,

que noto entre la gente;

parecen que vivieran diferente.

 

Sus ojos han perdido algún destello,

como si fueran ellos los cautivos.

Y sé lo que te digo,

apuesta lo que quieras,

que afuera tienen miles de problemas

 

Caímos en la selva, hermano,

y mira en qué piadosas manos.

Su aire está viciado de humo y muerte,

y quién anticipar puede su suerte

 

Volver a la naturaleza

sería su mejor riqueza:

allí podrán amarse libremente

y no hay ningún zoológico de gente.

 

Cuídate, hermano;

yo no sé cuándo,

pero ese día viene llegando.

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