Ganador Categoría Malvinas: adultos
"Carta de un soldado herido"
de Juan Carlos Viale de
Cañuelas
- Domingo, 6 de enero
de 2008.
A pesar de ser día
domingo, Lucio madruga. Quiere tener todo listo y en
condiciones, sobre todo el auto, para salir de viaje mañana (lunes) temprano y
con la fresca.
Van a ser unas
vacaciones diferentes, es la primera vez que va a la provincia de Corrientes,
lo más lejos que anduvo por ese mismo camino, fue hasta Gualeguaychú; pero, si
bien, 860 km. lo separan desde Cañuelas (la ciudad donde vive) hasta el Pueblo
Colonia Pando, hay una misión muy especial que lo une con ese pueblito; y es
algo que tiene desde hace mucho tiempo, y que debe entregar y desprenderse,
algo que no le pertenece…; y por lo tanto hacia allí va, junto con su esposa
Carmen y su hijo Tony. Además, como agregando más sentimiento a su misión, la
fecha coincide con el día de Reyes, esa celebración que nos transporta a la
infancia, y es sinónimo de la etapa de la inocencia de nuestros hijos (de los
hijos…).
Cerca de las 17:00
hs. Tony preguntó:
- Papá ¿falta mucho?
Y es justo cuando
estaban llegando a San Roque y se preparaban para encarar los últimos veinte y
pico de kilómetros que les faltaban (esta vez por camino de tierra) para llegar
a Colonia PANDO. Al fin, media hora más
tarde, entraron al Pueblito; y al primer lugareño que encontraron, Lucio, le
preguntó:
- Buenas tardes Sr.,
disculpe, estoy buscando el Barrio “Los Árboles”.
- Buenas tardes, sí, sí,
lo conozco. ¿A quién busca?
- Busco a la Sra.
Tomaza García (viuda de López) que, según tengo anotado, vive en la calle
Guaraníes al 2.207, entre las calles
Quebrachos y Algarrobos, del Barrio Los
Árboles.
- Sí, sí, la conozco. Pobre Doña Tomaza, desde que se quedó sola
casi no sale de su casa. Pero mire buen
hombre, es fácil de llegar. Ud. siga derecho hasta una placita que está
en el medio de la calle, va a ver una estatua; de esa placita doble a la
izquierda y se va a encontrar a la derecha con un monte de algarrobos, ni bien
termina el monte dobla a la izquierda y ahí empieza el barrio. No se puede perder porque todas las calles
tienen el nombre en cada esquina. Espero
llegue bien.
- Gracias señor,
respondió Lucio.
Luego, siguiendo las
indicaciones del lugareño, llegó hasta la casa de Doña Tomaza. Era una casa
humilde pero muy bien cuidada.Parado en la vereda, frente a la puerta de
alambre, cerrada con candado, que daba al jardín de la casa, Lucio golpeó las
manos una, dos y tres veces, hasta que escuchó y observó que se entreabría la
puerta de la casa; y, a través de ella oyó una voz alerta y desconfiada (a
causa de la actual inseguridad) :
- Sí, ¿qué necesita?
- Buenas tardes,
busco a la Sra. Tomaza García.
- Sí, soy yo, pero…
¿qué necesita?
Sacando el coraje que
venía acumulando, Lucio respondió:
- Mire, Ud. no me
conoce, me llamo Lucio Contreras, vengo de la ciudad de Cañuelas, Buenos Aires,
y fui compañero de su hijo en las Islas Malvinas. Yo estaba cerca de Antonio la noche de su accidente; y
recogí una carta que él estaba escribiendo para Ud. en ese momento.
Hace mucho tiempo que la tengo, con la promesa y el compromiso de algún
día poder entregársela a Ud. misma en mano, y aquí estoy…
Doña Tomaza todavía
no comprendía bien lo que estaba escuchando; pero la voz sentida de Lucio la
animó a salir de la casa y arrimarse a la puerta de alambre. Lucio estiró su mano a través del tejido de
alambre y le dijo:
- Esto es suyo Sra.
Tomaza.
Doña Tomaza agarró la
hoja de papel y con sólo mirarla se estremeció… ¡sí!, es la letra de Tonio
(Antonio); y en ese instante recuerdó a Graciela (la Maestra de 5° Grado)
cuando le decía: “Antonio es muy buen alumno, pero hace la letra tan chiquita
que me obliga a ponerme los anteojos”.
Y sí, Antonio era muy
buen alumno, y soñaba con hacer el Servicio Militar; por eso, aunque su padre
había fallecido, habló con su madre para no presentar ninguna excepción y poder
hacerlo.
Doña Tomaza miró al cielo,
se le humedecieron los ojos, apretó la
carta contra su corazón…
Lucio emocionado y
con la convicción de haber hecho lo correcto balbuceó:
- Hasta siempre
Sra.…; subió al auto y cuando arrancaba Tony le preguntó:
- Papá ¿quién es esa
señora?
- Es la Mamá de un
gran amigo mío.
Lucio se fue y Doña
Tomaza nunca pudo recordar si le dio las gracias…
Al rato, Doña Tomaza
entró en la casa, acomodó su viejo sillón de algarrobo en frente del aparador
donde tiene las fotos de su esposo Pepe (José) y de su hijo Tonio (Antonio) y,
con la luz del día y la brisa tibia que entraban por la ventana, se puso a leer
la carta…
Islas Malvinas, mayo
de 1982.-
Hola Mamá, espero
ande bien.
Yo estoy bien, quédese tranquila; eso sí, la
extraño, extraño su pan con dulce casero, el calor de la cocina a leña, el gusto
de su comida, su voz...
Sabe Mamá, no sé qué día es hoy,
pero debe estar cerca el 25 de Mayo porque nos prometieron chocolate, como en
la escuela ¿se acuerda? Dicen que son
chocolates que juntó la gente de Buenos Aires para nosotros. La pucha, al final no son tan malos
los porteños; le cuento que me hice muy amigo de un muchacho de Buenos Aires,
se llama Lucio Contreras y vive en una ciudad chiquita que se llama Cañuelas, y
parece estar hecho de la misma madera que nosotros; a pesar de quererme hacer
creer que nació y vive en la Cuna del Dulce de Leche
Doña Tomaza observó
que la última palabra de esta frase terminaba con un rayón, y siguió leyendo:
Disculpe Mamá por la letra,
pero estoy casi a oscuras porque no podemos alumbrarnos ni con una velita, es
para que no nos vean los Piratas sabe.
La letra se hace cada
vez más ilegible, pero sigue:
Mamá la quiero much
La escritura se
cortó, la carta terminó así…; y Doña Tomaza se quedó dormida pensando en esa
última palabra que Tonio nunca pudo terminar de escribir.
Luego, entre sueños,
Doña Tomaza creyo seguir leyendo la carta, y descubrir debajo del último rayón,
borroneado por el paso del tiempo, que Tonio le dicía:
Mamá, tengo frío,
mucho frío; no sé qué me pasa pero la necesito, necesito de sus mimos, como
cuando me acariciaba de chico y me hacía cosquillas con sus manos ásperas por
juntar la leña cuando Papá se iba a la cosecha de naranjas.
Pero, no puede ser, ¡estoy viendo a
Papá! Pero si Papá está muert…, ¿qué
me pasa Mamá?
Sabe, Papá me está invitando a ir
con él, como cuando me llevaba a pescar al Río Santa Lucía en su moto Puma, ¿se
acuerda Mamá…?
Mamá, tengo miedo, mucho miedo, la
necesito Mamá; ¡Mamááááááá…!