miércoles, 18 de diciembre de 2013

La fuente de Antares - Por Ezequiel Feito

Y ella dijo: "Ulalume, Ulalume.
¡Es la tumba de tu perdida Ulalume!"

Edgar Allan Poe
I

Refulge, venerable estrella, con la lejanía de tu gloria
en el casto cielo, en el infatigable espacio
donde sólo la eternidad es permitida.
Refleja tu brillo sobre las aguas del Leteo
para volver a recordar tu sagrado nombre
y el de ese extraño bosque y la oculta fuente
de tu propia carne.

Mírala con tus compasivos ojos y alégrate.
Porque sus mansas aguas dan a beber la misma linfa fresca que bebieron los gigantes
a los tristes de la tierra. A los que sin saciarse beben
tu brillante cuerpo en las aguas del abismo.


II

Nadie nos habló de ella hasta que un ángel
señaló tu radiante luz cuando estábamos dormidos.
Y era el incienso de nuestras sombras el fragante aroma
de un sacrificio casto.

El viento nos llevó a la ribera
de la perdida fuente hecha con tu carne,
y un susurro invadió los enloquecidos rosedales,
los pálidos nenúfares y el severo lirio
que guardaba tus orillas.

Nunca hubo hacia ti, un caminar más leve
mientras danzaban gravemente las estrellas
en tu cuerpo exacto.
Porque los pasos del amor en el amanecer cercano
son tan profundos como tumbas.


III

Por las estrechas sendas del bosque vamos,
callados nuestros pechos,
hacia donde los nenúfares repiten antiguas canciones
y los lirios acechan las sombras
de aquellos que vivir pueden, mas no sin ser amados.

-“Beberemos el agua más pura del sagrado pozo,
cuando dormidos estén los pálidos nenúfares
el severo lirio y las estrellas”-

Y era nuestro mutuo aliento
una sonrisa que se abrió ante la profunda fuente.

  
IV

Me dio a beber su mano
una tristeza que aún no conocía
-“¿Cómo podremos beber esta pureza
y continuar siendo dignos?”
- decía -  y su rostro se hacía más hermoso
a la luz de las estrellas más severas.

Hablábamos de amor junto a la muerte;
porque sólo la muerte hace eterno
el corazón y la distancia.
Hablábamos apasionadamente hasta que nuestra voz era
un susurro capaz de atravesar los pechos
como la hoja de un puñal de lágrimas.

Pero sólo ella descendió a la fuente
para apagar mi sed y mi fatiga por amarla

Antares:
Vivir puedo, mas no sin ser amado.
Sácame ahora el corazón y ponlo junto a ella
para que ardan juntos, para que estallen
en un mismo fuego
e incendien el fragante y oculto bosque;
y que nuestros cuerpos se pudran en sus perfumadas maderas
junto a la fuente,
en un abrazo inevitable, en el abismo
de una sola carne.

¡Que giren con vértigo las estrellas
y surja un lamento del agua corrompida
que quiebre tu fuente, y sus restos
formen estrellas que recuerden nuestro nombre
en la inmensa oscuridad, que es el olvido!

¿No es esta la hora más sagrada?
Porque es el momento de estar juntos para siempre
y hallar la eternidad del ángel.


V

Y tu, Antares, construirás tu fuente.
La recogerás del inmenso espacio

bajo el dulce incienso del amor antiguo.

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