A CUANTOS AMAN LA AZUL LEJANÍA
A cuantos aman la azul lejanía:
los que desde el alba a la noche, buscando
fugitivos rincones camináis
sin desalentaros en la vana búsqueda;
los que río cantarín abajo,
zagual en mano, joviales remáis
salpicando al sargo saltarín
o fondeáis en la raíz del sauce;
los que, más osados, de la fangosa ribera
zarpáis, llevando aquel arca de cedro
entre aves marinas y el rugido
del mar inmenso, tan profundo y tan claro;
o los que, en fin, marcháis adonde vuestro corazón
os lleva
sin importaros otra cosa, y oís,
sentados junto al fuego del hogar,
ruido de pasos en Utah o Pamere:
aunque largo el camino y duros sean
el sol y la lluvia, el rocío y el polvo,
aunque en la desesperación y el ansia del camino
enterrados queden los mayores, y extravíense los hijos
al final, oh amigos, estad seguros
de que suceda lo que suceda, allá en el horizonte,
en el confín de los confines,
veréis aparecer la ciudad dorada.
El Vagabundo
Dadme la vida que deseo
Y el resto os lo regalo.
Dadme la alegría del alto cielo
Y cerca el camino apartado.
Dormir en el monte para ver el firmamento
Comer mientras cruzo el río -
Allí está la vida para un hombre como yo
Siempre será esa mi vida.
Tarde o temprano la tormenta estalla
Que caiga sobre mí.
La tierra me rodea,
Y ante mí el camino.
Riqueza no busco, ni amor ni esperanza,
Ni que me acompañe un amigo.
Todo lo que busco, el cielo en lo alto
Y a mis pies el camino.
Dejad que caiga el otoño
Allí donde me he distraído
Callará el pájaro del árbol
Y mis dedos quedarán amoratados
Blanca como la harina la campiña helada -
Cálido el refugio junto al fuego -
No me rendiré al otoño,
¡Ni me rendiré al invierno!
Tarde o temprano la tormenta estalla
Que caiga sobre mí.
La tierra me rodea,
Y ante mí el camino.
Riqueza no busco, ni amor ni esperanza,
Ni que me acompañe un amigo.
Todo lo que busco, el cielo en lo alto
NO SE MUY BIEN CÓMO
No sé muy bien cómo,
pero si pienso en los años que ya pasaron,
las risas antiguas se truecan en mi garganta
en el amargo sabor de las lágrimas.
LA SUERTE ESTÁ ECHADA Y PARA SIEMPRE
La suerte está echada y para siempre
maestro y discípulo, amigo, amante, padre e hijos,
caminarán separados, aunque cercanos parezcan.
Cada uno ve a los que ama tan lejos como estrellas.
Así nosotros, por siempre separados nos acercará el llanto,
con llantos contemplaremos la bahía,
las Grandes Puertas,
como dos grandes águilas que volaran sobre las montañas,
sólo unidas por sus lamentos, hasta perderse entre los cedros.
Los años irán acercándonos,
día tras día irán atrayéndonos, semana tras semana,
hasta que la muerte disuelva esta separación.
Porque amamos lo que soñamos,
y en nuestro sueño, aunque muy lejos el uno del otro,
vivimos juntos, corazón a corazón.
Olvidamos lo que somos,
nuestras almas están protegidas por un vano sueño.
Como el soldado que de una atroz guerra vuelve sin temor,
o el marino desde los abismos,
como el caminante regresa de la helada noche y de los bosques a su refugio,
aún con los ojos llenos de rocío y de oscuridad. "
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