Escribir con una gata encima
puede ser exagerado,
pero así es; se ha acostado
entre el papel y la rima,
y como bien desafina
el verso salió maullado.
Borró con la pata una estrofa
y cinco comparaciones
No le miento, fue a la hoja
y empezó a escribir también.
Ahora me encuentro bien
acomodada a la mesa;
mis patas, el verso empieza
sin saber cómo ni porqué;
porque esto que están leyendo
- pues borré lo que había escrito-
es lo que una pata hizo
y otra la pasó a pecé.
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