domingo, 14 de agosto de 2016

EL ÁGUILA. EL LEÓN Y EL CORDERO Por DOMINGO DE AZCUÉNAGA

Un águila  real,
con  rápido vuelo
se subió a la cima
de un áspero cerro
al pie de la cumbre
en  un  prado ameno,
un   feroz león
estaba durmiendo.
La águila de lo alto
quiso conocerlo
y hacía el prado  airosa
se  dirigió luego.
El  león al ruido
despertó soberbio,
y alzando al instante
su  dorado cuello
irguió su melena
con gala y denuedo
y de rey  vestido
se  mostró al  momento.
Revolvió la   cara
con  aire  y  despejo,
y,  con la  cabeza
le hizo acatamiento.
Acercóse  aquélla
con pasos severos
y entablaron ambos
su   razonamiento.
Este se redujo
a hacer menosprecio
de los brutos y aves
con denuestos  feos
diciendo que estaban
en el universo,
las especies de ambos,
bajo sus  imperios
vanidad   fundando
en sus nacimientos.
Pero  un  corderito,
que había estado oyendo
toda la parola,
sin ser visto de ellos,
(allá para sí)
prorrumpió diciendo:
No hay duda en que sois
por  vuestros abuelos
de aves, y de brutos
monarcas  excelsos,
pero si tenéis
tan perversos hechos,
que  el hurto  y rapiña
es  vuestro elemento,
la   grandeza   vuestra,
ni en chanzas la quiero,
pues soy de dictamen
por  lo  que  penetro,
que el lustre, y realce
de más alto precio
es el que uno adquiere
por sí, siendo bueno.
En  la  fabulita
nos dice el cordero
que  jamás  hagamos
gala con exceso
del blasón y gloria
de nuestros mayores
que heredado habernos
y que procuremos,
con nuestra conducta
y  procedimientos
adquirirla nueva
por nosotros mesmos.

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