Un hombre escribiendo una historieta en la noche profunda. Un fantasma que llega a la tierra apareciendo de a poco. La silla cruje. La cara y los ojos del viajero cobran forma definitiva. El guionista se asombra, pero el otro lo tranquiliza. “Estoy en la tierra, supongo”.
En esa silla desvencijada por los años, se había sentado El Eternauta, el personaje más importante de la historieta argentina. Héctor Germán Oesterheld, su creador, lograba plasmar el gran sueño de toda su vida: escribir la gran novela argentina.
Desde sus inicios, en la editorial Abril, Oesterheld había demostrado que aún en las condiciones asfixiantes de las tiras de continuará, se podían escribir obras brillantes.
Cuando Cesare Civita, se cruzó en uno de los pasillos con el prestigioso colaborador, no dudó en decirle: “Usted Oesterheld, debería escribir guiones de historieta”. La respuesta no se hizo esperar: “Lo voy a intentar”, dijo el Viejo, y el resto es historia.
Ávido lector de Melville, Salgari, Conrad, Borges y Cortázar, no dudó en llevar a la historieta los grandes temas de la literatura. La dotó de hondura psicológica, hizo complejo lo que parecía simple, y ese experimento inédito dio por resultado lo que hoy conocemos como novela gráfica.
Su primer personaje importante se llamó Bull Rocket, un piloto de pruebas, al que le agregó originales atributos. El editor constató de inmediato el diamante en bruto que tenía entre manos. Rápido de reflejos le pidió al guionista, una historia de vaqueros, para que la dibujara Hugo Pratt. Sargento Kirk, fue la nueva revelación. Un soldado desertor que se pasa del lado de los indios. Esta mirada nueva puesta sobre viejos temas, es la gran bisagra que impone Oesterheld. De un plumazo hizo adulta la historieta, llevándola hacia sitios impensables, poniendo el acento en la creatividad y en la originalidad de cada nuevo relato.
De su pluma humanista y reflexiva nació Ernie Pike, un cronista de guerra norteamericano, que señalaba a la guerra como el Mal, sin importar de que bando se alistasen los contrincantes. Otra vez la mirada lúcida. Otra vez el aguijón clavándose en la piel desprevenida del lector.
En el año 1957 decide fundar su propia editorial: Frontera. Esta nueva empresa aglutinó de inmediato a los mejores dibujantes del país: Hugo Pratt, Francisco Solano López, Alberto Breccia, y Arturo Del Castillo. El Viejo escribía:
“Creemos estar en la línea de la historieta buena, entendiendo por buena, la historieta fuerte, la historieta que sabe ser a la vez ser recia y alegre, violenta y humana, la historieta que agarra con recursos limpios, de buena ley, la historieta que sorprende al lector porque es nueva, porque es original, porque es moderna. Frontera y Hora Cero son prueba de lo que decimos: los lectores saben ya qué distinto es el material que ofrecemos”.
Mort Cinder y Sherlock Time, junto al genial Alberto Breccia, coronaron una trayectoria sin altibajos.
Hoy extrañamos aquella imaginación prodigiosa.
Hace 39 años Héctor Oesterheld, desparecía en manos de los “Ellos”. Aseguran quienes compartieron con el Viejo su últimos momentos en cautiverio, que seguía escribiendo guiones de historieta. Es la imagen final de un hombre íntegro. Un creador de aventuras defendiendo con alma y vida, el noble oficio de contar historias.
Un viajero del espacio.
Un Héroe Colectivo.
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