sábado, 22 de julio de 2017

AGUACERO Por Nahuel González Salvo

De repente el cielo se viene abajo
Y la gente corre hacia cualquier lugar.
El mundo se muere por un reparo
Al son de una tarde que parece el mar.
   
El diluvio recorre la avenida
Me concede la humedad de souvenir.
Otra mano de barniz para el campo
Otra rama que concluye su trajín.
 
Hacía falta un baldazo de agua,
mi vereda tenía fiebre y rezongaba
El  verde aseveraba que podía ser más verde
Si el otoño asumía por fin su mala fama.

Hoy me dignaré a ordenar la sala
(Aunque para eso necesito una lluvia de dos meses)
Y si hay tiempo, una siesta no es pecado
Que si cesa temprano, la rutina ya obedece.

Al cruzar la cocina se me ocurrió una torta,
La lluvia pareció enfadarse y gritó irreconocible.
Desconecté mi sombra por las dudas
La tormenta estaba muy violenta y yo muy susceptible.

Las horas me aburren
Asomando la penumbra a plena luz del día
Mi ventana se colmó de charcos
Y las nubes advierten tinta todavía.

Junio no entiende que pasó
Se resfrió adentro de su casa.
Me dejo a los planes plantados
Y a mí mismo como única amenaza.

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