Para Delicia
I
Mi esposa duerme
el largo sueño de un hogar ordenado
cubierta por cálidas nubes que descendieron
del cielo a la pieza
Duerme, coronada su cabeza por brillantes estrellas
mientras que nuestra habitación se llena
de constelaciones desconocidas
que cuidan nuestro sueño.
Cuando duerme, la oscuridad nunca es completa
sino que la tenue luna pone en su cuerpo
una oculta santidad de lirios.
II
Duerme. Profundamente duerme, y hemos desaparecido
las niñas y yo, la gente y las plantas,
los vecinos, los amigos y toda la casa;
los platos, la heladera y el lavarropas;
la escoba, la cocina, la mesa y todo aquello
que la rutina de sus manos convertían
en un arte mágico y sencillo.
III
La miro y me pregunto, ¿dónde estaré ahora?
¿Seguiré aún estando en su corazón?
¿O en su sueño, al igual que todos,
habré desaparecido para siempre?
IV
Mi esposa duerme o muere. Estoy seguro
que en ella cabe toda la existencia del universo.
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