Una luz nació en la oscuridad
en un vientre virgen y sorprendido,
en un corazón grande y olvidado,
perteneciente a un ser joven y querido.
Dicha luz llegó de un mundo de esperanza,
de selvas y mares vírgenes sín testigos,
con latidos celestiales del alma,
con alas de poesía y aliento de trigo.
Esa luz de ternura le dio vida
a un jardín reseco ya olvidado,
a una vaga ilusión ya perdida,
a un sueño muerto, ya olvidado...
Y fue en una noche silenciosa y alunada,
de finos sueños y alegrías encendidas,
que esa luz, casi tímida y destellada,
con llanto de niño y gracia divina,
¡Le cantó a la vida!
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