Son las seis y media de la tarde y camino lento hacia casa, ya oscureció y sé todas las cosas que podrían pasarme estando sola por la calle, pero no me asusta. Lo que me aterra es llegar.
Veinte minutos después, al fin arribo a mi destino. Abro la puerta y lo primero que noto es ese clima tenso. Camino hacia la cocina y encuentro a mi mamá planchado la ropa.
- Hola, mi amor -me mira con una sonrisa triste ¿Cómo te fue en el cole?
Ni bien la veo, me doy cuenta de que tiene un nuevo moretón alrededor del ojo izquierdo, se nota que intentó maquillárselo pero de todos modos no funcionó.
- ¿Qué te pasó en la cara? pregunto seriamente.
- Nada, hija dice ella ¿Querés que te haga una chocolatada?
- Ma, te pegó otra vez papá, ¿no? - no me responde, de todas formas no necesito que lo haga. Mamá, no es normal que cada vez que se enoja se ponga tan loco y te levante la mano. ¡Es violencia, mamá!
- Lu, por favor no grites mira preocupada hacia la puerta de la cocina está durmiendo y no quiero que nos escuche. Asiento y me voy a mi cuarto a hacer deberes.
Esa es la razón por la cual no me gusta estar en casa, me da terror llegar un día y encontrar a mi mamá sin vida luego de discutir con mi padre. Él me asusta mucho, ya lo veo como a un extraño. Solo compartimos algunas comidas, generalmente la cena. Hay veces que no lo vemos por días, se va sin decir nada y vuelve borracho. Cuando está en casa siempre tiene mal humor y se desquita con mamá o conmigo. A mí me ha llegado a pegar en algunas ocasiones, pero prefiere maltratarla a ella.
Una vez, cansada de esta situación, decidí pedir ayuda y recurrí a la comisaria del pueblo. Mala idea.
- Hola, buen día dije al entrar. Necesito su ayuda.
Nadie me contestó.
- ¿Qué pasó, nena? ¿Te robaron la bici? me dijo un policía que estaba sentado detrás de un escritorio.
- Quiero denunciar una situación de violencia dije con cara de pocos amigos.
- A ver, decime... -claramente no me estaba tomando en serio.
- Lo que pasa es que... mi papá a veces se enoja mucho y termina pegándole a mi mamá.
- Uh, lo siento mucho. Pero sin evidencia no podemos hacer nada.
- ¡¿Cómo que sin evidencia?! -Ese señor me estaba sacando de quicio. ¿Por qué no van a mi casa y ven como está mi mamá?
- ¿Y por qué no viene tu mami, entonces?
- Ella está muy asustada y yo no sé qué más hacer.
El policía no contestó, se limitó a bajar la vista y seguir ordenando sus papeles.
- ¡Estoy harta! Exploté ¡Estoy harta de que esta sociedad nos pase por arriba! ¡No puede ser que mi mamá se esté desangrando en mi casa y que ni la policía nos preste atención!
Me miró fijo por casi un minuto y luego dijo riendo:
- ¿Y qué puede saber una piba de quince años como vos sobre la sociedad? Me das risa. Anda a jugar a las muñecas y decile a tu mami que vaya a laburar.
Lo fulminé con la mirada y comprendí que no valía la pena seguir gastando energía en ese machito. Salí de la comisaría y me fui hacia mi casa. Cuando llegué, me encerré en mi cuarto y lloré hasta quedarme dormida. Lloré porque me sentía sola, lloré por mi madre y por todas las otras mujeres que podrían estar pasando por lo mismo, lloré porque estaba cansada de tener que adaptarme al humor de mi padre y que él nos tratara como trapos, lloré porque nadie escuchaba nuestra voz. Ese día pensé en que solo debía limitarme a sobrevivir hasta ser mayor de edad y poder irme bien lejos. Pero hoy es un día diferente, por fin me di cuenta de lo que tengo que hacer. Necesito contar mi historia, ser la voz de mi madre y así encontrar una solución. Para esto voy a escribir un blog.
Prendo la computadora y comienzo a escribir, vuelco absolutamente todo lo que pasa por mi cabeza. No es difícil hablar de lo único que conozco. Descubro que es como un círculo : él se enoja, se pone muy violento y nos echa la culpa de todo, pasa un tiempo sin hablarnos, luego vuelve llorando a pedir perdón, jura no volver a reaccionar más así y comienza todo de nuevo. Al final pongo mi número de teléfono por si aparece un ser milagroso que pueda ayudarnos, y bajo a cenar.
Cuando llego al comedor, veo a mi padre sentado en la cabecera de la mesa. Es la primera vez que lo veo en todo el día. Lo saludo por lo bajo.
- ¿Qué vamos a comer? le dice a mi madre.
- Tarta de verdura responde ella.
- ¿Esta porquería cocinaste? Yo no estuve trabajando todo el día mientras vos te rascabas para llegar y tener que comer esto.
- Amor, es lo único que pude hacer. -Intenta calmarlo. No había otra cosa con la que cocinar y sabes que tampoco nos sobra la plata.
- ¡¿Ves que no servís para nada?! Ya está gritando, comenzó la pesadilla ¡Nada bien podes hacer, no entiendo porqué me casé con vos!. Yo trabajo, mantengo todo esto y ¿así es como me pagas?
-Amor, tranquilo. Comamos en paz dice mi madre intentando ocultar las lágrimas que corren por sus mejillas Te pido perdón, esto no va a volver a pasar.
- ¡Yo no como esto ni loco! - Se para, agarra la tarta y la tira contra la pared. Vas a aprender a tratar a un hombre se dirige hasta la entrada, agarra un abrigo del perchero y sale por la puerta.
- ¡Espera, Juan!
Mi madre corre detrás de él
- Por favor decime a dónde vas
Él ni siquiera se da vuelta y sigue caminando hasta desaparecer en la oscuridad de la noche.
Me despierto, es sábado. Son las ocho de la mañana y todavía todos duermen, cuando digo todos me refiero a mi mamá porque no creo que mi papá haya regresado. Me duele la cabeza y tengo los ojos hinchados del llanto de anoche. Me hago un café con leche y prendo la computadora. Reviso mi blog, al cual le puse de título “gritando en silencio” haciendo referencia a mi postura en esta situación. Descubro que la publicación de ayer tuvo 30 vistas, eso me da esperanza. Prendo mi celular y veo que tengo una llamada perdida y un mensaje de voz de un número desconocido. Escucho el mensaje:
- Hola Luisana, estuve leyendo tu blog la voz es de mujer, debe tener la edad de mi madre. La verdad, es muy triste la realidad que viven vos y tu mamá. Te quería decir que yo también pasé por una situación así hace unos años y no fue nada fácil salir de eso. Mi nombre es Alegra, vivo en el pueblo vecino al tuyo… bueno este es mi número, no dudes en llamar para lo que necesites. Te mando muchas fuerzas y un a brazo enorme.
Escuchar esto me dio una alegría inmensa, al fin había alguien que nos apoyaba. Quería ir corriendo y decírselo a mi madre, pero no podía. No le he dicho nada del blog porque sé que me diría que lo borre, porque si mi papá se enteraba iba a ser para problema. Yo era consciente del conflicto que esto desataría pero no me importa, lo único que quiero es que todo termine.
Escucho que alguien golpea fuertemente la puerta hasta tirarla abajo. Es mi padre, y está muy alterado.
- Así te quería encontrar a vos me dice con cara de loco ¿Pensabas que no me iba a enterar si subías cosas sobre mí a internet?!
- Yo...Yo no-no sé de qué estás ha-hablando me tiembla la voz
- Dejá de hacerte la tonta, los dos sabemos lo que hiciste. Se acerca hasta donde estoy. Y ahora vas a ver, pendeja mal educada.
Ni bien termina de decir eso, levanta la mano y me pega una cachetada.
El dolor se expande por toda mi cara y comienzan a caer lágrimas por mis mejillas. Intento decirle que pare pero sigue pegándome cada vez más fuerte. Enseguida mi madre aparece en la escena:
- ¡Juan basta! -Grita. Él no le hace caso. ¡Por favor, te pido que pares! Rompe en llanto mientras suplica. Se me empieza a nublar la vista.
- ¡Fui yo! Escucho que grita de repente Juan, en serio deja a la nena. Yo tuve la idea de todo eso, fue todo culpa mía mi padre me deja tirada en el piso y se dirige hacia mi madre
- Así que fuiste vos, puta. Sos una puta y ahora me las vas a pagar por haberme escrachado en ese blog de mierda.
La agarra de la remera y la empuja contra la pared
- Sos mía ¿Cuándo lo vas a entender?
Ríe mientras ve como sangra la nariz de mi mamá luego de sus trompadas.
Mientras estoy tirada en el piso algo vibra en el bolsillo de mi pantalón y se me ocurre la mejor idea que podría haber tenido en ese momento. Saco mi celular sin que mi padre lo vea. Tengo la vista borrosa y me cuesta muchísimo encontrar la llamada perdida de Alegra. Luego de lo que parece una eternidad logro marcar el número.
Despierto en lo que parece ser la habitación de un hospital. Noto que en la cama de al lado hay un persona durmiendo, es mi mamá. Todo ha terminado.
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