I
Cada vez que discutes conmigo
remueves la húmeda y leprosa tierra del recuerdo
y desentierras el ansioso y nunca muerto cadáver
de nuestros errores.
II
Mientras él resucita, nosotros
vamos descomponiéndonos de a poco, juntos, en una sola carne.
Un dulce coro de gusanos va subiendo a nuestros labios
y nuestras palabras, y nuestros gestos,
van cubriendo nuestra tumba.
III
Amor, ¿hasta cuándo soportaremos esta carne enferma?
¿Hasta cuándo seguiremos llamando aquel cadáver?
IV
Mientras tanto,
no hay sol ni luna, y nuestro corazón se disuelve
en la húmeda tierra de la noche y el silencio.
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