sábado, 16 de noviembre de 2019

CONCURSO "CONTATE UN CUENTO XII" Categoría A - Ganador: “Cartas de Antoine”, de Dolores Ialea, alumna de 1° año de la E.E.S.N°3 “Carmelo Sánchez”

La mudanza había terminado. Sentía un gran cansancio y decidí adentrarme en el sótano.
Realmente es como pensé... no hay nada interesante, dije suspirando. Ojalá hubiese algo fuera de lugar, como una entrada a un mundo diferente...
Caminé hasta que me topé con una caja. Seguro el antiguo dueño la dejó, pensé. Pero... ¡no vendría mal un vistazo! Después de todo, no hay otra cosa que hacer, me entusiasmé.
Tomé un cúter y corté la cinta que sellaba la caja. La abrí y... cartas. Me desilusioné. Tal vez sean de algún anciano enamorado, me dije y me puse a leer ya que estaba muy aburrida.
Veamos... pensé, con renovado entusiasmo.

"Agosto, 1941.
"Querida Jennel. Desde que me fui a mi nuevo hogar, no he podido ver tus ojos azules, tu cabello dorado ni tu cara tallada por los mismos ángeles. ¡Varsovia debería conocer tu belleza! Como te contaba, desde que estoy aquí, todo ha empeorado: dormimos con gente que no conocemos, pero me resultan interesantes las historias de la abuela del señor de al lado.
"¿Cómo va todo en tu vida? ¿Has vuelto a Alemania? Tal vez tu padre ha decidido quedarse en Polonia...
"Espero que leas esta carta y espero con ansias tu respuesta. "Con cariño y esperanzas, Antoine".

Con prisa, tomé otra carta y continué la lectura.

"Septiembre, 1941.
"¡Mi amada Jennel! Hace semanas fuimos enviados a Auschwitz, nos dieron unos piyamas rayados y nos separaron. Se llevaron a mi padre, por lo que pude escuchar, a un campo de trabajo. Espero que le vaya bien. El olor aquí es terrible, ni siquiera nos dejan bañar.
"Un poco confundido, Antoine".

¿Y Jennel? ¿Cómo no ha respondido?, pensaba con preocupación.
Con desesperación, busqué la siguiente carta.

"Noviembre, 1941.
"Jennel, estoy horrorizado. ¡Han matado a mi madre frente a mis propios ojos! ¿Qué hizo? Estoy muy deprimido... me han estado insultando y pegando. Me dijeron que me llevarían a "un lugar mejor".
"¡Por favor, ayúdame! "Horrorizado, Antoine".

Pero... ¿por qué? ¿Qué les hizo? ¡Déjenlo!, grité dentro de mí al sentir tanta injusticia.
Tomé la siguiente carta, con la remota esperanza de que la suerte de Antoine mejorara.

"Diciembre, 1941.
"Campo de concentración de Auschwitz.
"Adorada Jennel, es una verdadera pesadilla... Ya no soporto las constantes torturas y los trabajos infrahumanos. Pero todo estará bien. ¡Saldré de aquí, te lo prometo, y podré verte! Estos soldados no podrán conmigo.
"Antoine".

Conmovida y en silencio, reflexioné. Observé que solo quedaban dos cartas. ¿Habrá sobrevivido Antoine?
¡Necesito saberlo! Abrí la caja y tomé el anteúltimo sobre.

"Febrero, 1942.
"Campo de concentración de Auschwitz.

"¡Mi querida Jennel, cuánto te necesito! Al parecer, las cosas van a mejorar. Me han dicho que pronto estarán terminados los baños. ¡Al fin podremos vivir más humanamente! Se rumorea que solo gente seleccionada podrá usarlos. ¿Acaso mi sufrimiento dará sus frutos?
"Espero que todo esté bien por allí. ¡Ansio el momento de volver a verte!
"Con esperanzas, Antoine".

¡Genial! Me emocioné y tomé la última carta. Pero esta es diferente, otra escritura, otro tipo de sobre. Debe ser de Jennel, pensé entusiasmada. Sin poder contener mi ansiedad, comencé a leerla.

"Marzo, 1945.
"Nunca podré olvidar su cara, radiante a pesar del sufrimiento. Casi con alegría, llegando a las cámaras donde todo, él no podía saberlo, terminaría. Quedé tan impresionado, que tuve necesidad de saber más sobre él. En su litera encontré, cuidadosamente ocultas, sus cartas a Jennel.
"Nunca tuve el valor de entregárselas y solo escribo esto para que sepan que no todos éramos iguales, que no todos compartíamos la maldad, con la débil esperanza de poder aliviar mi alma.
"Un soldado anónimo".

Al terminar de leer, quedé en silencio largo rato. Lo que al principio parecía una "simple" historia narrada a través de cartas, me había conmovido profundamente. Algo terrible que parecía tan lejano en el tiempo, tomaba otra dimensión, se hacía más humano al revivirlo.
Recordé que el Museo de Auschwitz buscaba este tipo de cosas, así que decidí entregárselas. El director en persona vino a buscarlas y aagradecerme. Hasta llegó a los medios de comunicación y hoy es uno de los principales documentos que puedes ver si visitas el Museo.
No tengo dudas que la historia es muy conocida.
Aunque traté de hallar a Jennel, el tiempo pareció borrar su rastro. Hoy solo guardo un anhelo en lo profundo de mi corazón. Que, de alguna forma, las cartas por fin hayan llegado a su destinataria y ayudado a completar su terrible historia.

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