Cuando la ve al volante de su coche,
Juan siente algo. No puede contenerse, la enfoca con la cámara nada más salir
del vehículo y arrebatadamente pulsa repetidamente el disparador. Ella se da
cuenta de la atención que le produce, y un poco cohibida, pero halagada, cambia
de posición intentando evitar estar frente a él, Juan dispara y dispara. Después
de un momento, se da cuenta de la excitación que le embarga, y de forma más
sosegada, va completando una serie de fotos, unas andando, otras saludando, las
más hablando con unos y con otros. Después,
viendo la imposibilidad de sacarle un buen primer plano, se acerca a ella, la
saluda dándole un beso en cada mejilla.
-
¡Hola!
¿Cómo estás? ¿Qué es de tu vida?
La ve magnifica, ha cambiado enormemente y
para bien, Hay algo nuevo en ella, no es su discreto maquillaje, ni su mirada tímida
y atrayente de siempre, es algo más, algo que le atrae de forma irresistible.
- ¿Bien y tú? - le contesta mientras
el color asciende a sus mejillas
Se pregunta si esa atracción que
siente, es mutua, lo que considera como una locura, pero entonces… ¿Por qué esa
timidez que ve en ella? ¿Por qué de pronto ese rubor en su rostro, esa sensación
de querer ocultar algo, esa mezcla de búsqueda y rechazo que está sintiendo?
Quizás fuera su culpa, quizás sea manifestación de sorpresa ante su aparición,
puede que la haya sorprendido, o quizás ha intuido el efecto que su presencia
ha causado en él. Juan trata de decir alguna cosa, aunque sea intrascendente
que en su lenguaje viene a decir: ¡Eh estoy aquí! Y ella intenta mostrarse próxima
y retraída a la vez. En el banquete, les colocan juntos, siempre lo suelen
hacer, y de nuevo ciertas complicidades les unen haciéndoles compartir las
mismas sensaciones.
- ¿Un poco más de vino? ¿Quieres
repetir de esto? Es delicioso. -
Y toman el vino y repiten de aquello y de lo
de más allá, insinuando con la entonación, que lo hacen porque el otro se lo
ofrece. Juan tiene la sensación de encontrarse únicamente con ella, a pesar de
estar rodeado por los demás. No hace más que observar, analizar la forma en que
le ofrece las cosas o le habla de ella misma. Piensa que debe de poner un poco
más de cuidado, nadie ha de darse cuenta de lo que está sintiendo, o de lo que él
cree que está sucediendo.
-Él debe de ser muy feliz
- ¿Él? No te entiendo
-
Sí, tu novio
- No lo tengo
- ¡No es posible!
-No, de verdad no hay nadie en mi
vida, debo de ser muy complicada o no tengo suerte con el amor. -Le
contesta
-Eso no es posible, quizás es que no
has encontrado la persona adecuada- Dice para consolarla. Verás cómo pronto lo
encuentras
-Quizás deba buscar alguien con la
vida ya resuelta, alguien que me dé estabilidad económica... Añade ella, poniendo un mohín mezcla de
ternura y provocación, que interpreta como parte de un lenguaje iniciático
dirigido solamente a él.
-No creo que pueda encontrar mi príncipe
azul, es más, no creo que exista, y si existe, no creo que sea para mí...
- ¿Entonces crees en la posibilidad de
un matrimonio de conveniencias? ¿Crees que puede ser una buena idea?
Discuten sobre ello, encuentran
argumentos en pro y en contra de igual peso. Reconocen que muchos de los
matrimonios que se dicen por amor, han sido por otros motivos diferentes por lo
que no pueden llegar a una conclusión definitiva pero quizás dejando una puerta
abierta hacia ellos mismos en lo que parece ser un juego, un coqueteo con
medias frases.
-Por favor, no pienses esas cosas-Le dice
Juan- No puedes o es difícil que puedas encontrar alguien con estabilidad económica
con una edad acorde con la tuya.
-Veras, no veo en estos momentos la diferencia
de edad como un inconveniente sino todo lo contrario. Cuando era más joven sí
que sentía la diferencia de edad, pero ahora, en mi presente, el concepto edad
ha variado, no llego a notarlo. a partir de una cierta edad, sólo hay hombres y
mujeres. La edad ha desaparecido, no existe. Lo importante para mí, en un
hombre, es el trato, el respeto, el conocimiento. Los hombres que he tratado de
mi edad, me parecen superfluos, vanidosos. Aprecio más el conocimiento y
experiencia de los mayores.
Al llegar a este punto el corazón le da un vuelco ¿Será una insinuación?
Para él sí que se hace realidad el hecho de la diferencia de edad y puede que,
por eso, a su lado, se siente renacer de nuevo. Por un momento imagina qué pensaría
la gente de su entorno si esta fantasía, que siente viva, se hiciera realidad. ¡Les
llamarían locos! ¿Dónde va con una mujer
tan joven? Al pensar de esta forma ha tocado la realidad, y aunque en su
interior se encuentra joven, como si los dos fueran iguales, en el exterior la
realidad se impone
-No te precipites. Estás así muy bien,
tienes tiempo por delante para vivir, no tengas prisa en absoluto, lo que tenga
que ser, será...
Y mientras lo dice está pensando en él y en la posibilidad de que un día
pueda ir a buscarla para decirle: ¿Quieres venir a vivir conmigo? Como si ella
fuera a estar toda la vida esperándole. Ríen cuando ella le habla de la abuela
casamentera, que en cuanto la ve, le está proponiendo un marido. No puede dejar
de observarla. Su mirada es una caricia sin fin, ternura desmedida, pero... ¿No
hay pasión? No está muy seguro. No siente el deseo imperioso de tomarla
apasionadamente entre sus brazos, es más bien un sentimiento de inmensa
ternura, el placer de tenerla a su lado, de verla, escucharla, sentir los
temblores de su voz, intentar adivinar sus ocultos secretos, hablar de la última
película que la ha impactado, el último libro leído, y de aquel que debería, a
su juicio leer ¿Qué siente realmente ella? No lo sabe. Probablemente nunca lo
sabrá. Para que eso sucediera, debía de tener el valor de insinuarse más
abiertamente... ¿Y si estuviera en un error, si tan solo fuera una jugarreta de
su fantasía? El error lo pagaría muy caro. Sólo ella avanzando en sus
insinuaciones, tomando la iniciativa podría aclarar la situación y eso sabe que
no lo hará, o al menos cree saberlo….
Pasados unos días le mandó las fotos, no
recibió ninguna respuesta y dejó de verla. Al parecer se había marchado fuera
de la ciudad. Pensó mucho en ella, Repasó su último encuentro analizando lo que
sintió y el complicado juego que mantuvieron. Era maravillosa, pero… ¡tan joven!
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