lunes, 20 de julio de 2020

Lolita - Por Rafael Serrano Ruiz


Cuando la ve al volante de su coche, Juan siente algo. No puede contenerse, la enfoca con la cámara nada más salir del vehículo y arrebatadamente pulsa repetidamente el disparador. Ella se da cuenta de la atención que le produce, y un poco cohibida, pero halagada, cambia de posición intentando evitar estar frente a él, Juan dispara y dispara. Después de un momento, se da cuenta de la excitación que le embarga, y de forma más sosegada, va completando una serie de fotos, unas andando, otras saludando, las más hablando con unos y con otros.  Después, viendo la imposibilidad de sacarle un buen primer plano, se acerca a ella, la saluda dándole un beso en cada mejilla.
-        ¡Hola! ¿Cómo estás?  ¿Qué es de tu vida?
 La ve magnifica, ha cambiado enormemente y para bien, Hay algo nuevo en ella, no es su discreto maquillaje, ni su mirada tímida y atrayente de siempre, es algo más, algo que le atrae de forma irresistible.
- ¿Bien y tú? - le contesta mientras el color asciende a sus mejillas
Se pregunta si esa atracción que siente, es mutua, lo que considera como una locura, pero entonces… ¿Por qué esa timidez que ve en ella? ¿Por qué de pronto ese rubor en su rostro, esa sensación de querer ocultar algo, esa mezcla de búsqueda y rechazo que está sintiendo? Quizás fuera su culpa, quizás sea manifestación de sorpresa ante su aparición, puede que la haya sorprendido, o quizás ha intuido el efecto que su presencia ha causado en él. Juan trata de decir alguna cosa, aunque sea intrascendente que en su lenguaje viene a decir: ¡Eh estoy aquí! Y ella intenta mostrarse próxima y retraída a la vez. En el banquete, les colocan juntos, siempre lo suelen hacer, y de nuevo ciertas complicidades les unen haciéndoles compartir las mismas sensaciones.
- ¿Un poco más de vino? ¿Quieres repetir de esto? Es delicioso. -
 Y toman el vino y repiten de aquello y de lo de más allá, insinuando con la entonación, que lo hacen porque el otro se lo ofrece. Juan tiene la sensación de encontrarse únicamente con ella, a pesar de estar rodeado por los demás. No hace más que observar, analizar la forma en que le ofrece las cosas o le habla de ella misma. Piensa que debe de poner un poco más de cuidado, nadie ha de darse cuenta de lo que está sintiendo, o de lo que él cree que está sucediendo.
-Él debe de ser muy feliz
- ¿Él? No te entiendo
-  Sí, tu novio
- No lo tengo
- ¡No es posible!
-No, de verdad no hay nadie en mi vida, debo de ser muy complicada o no tengo suerte con el amor. -Le contesta  
-Eso no es posible, quizás es que no has encontrado la persona adecuada- Dice para consolarla. Verás cómo pronto lo encuentras
-Quizás deba buscar alguien con la vida ya resuelta, alguien que me dé estabilidad económica...  Añade ella, poniendo un mohín mezcla de ternura y provocación, que interpreta como parte de un lenguaje iniciático dirigido solamente a él.
-No creo que pueda encontrar mi príncipe azul, es más, no creo que exista, y si existe, no creo que sea para mí...
- ¿Entonces crees en la posibilidad de un matrimonio de conveniencias? ¿Crees que puede ser una buena idea?
Discuten sobre ello, encuentran argumentos en pro y en contra de igual peso. Reconocen que muchos de los matrimonios que se dicen por amor, han sido por otros motivos diferentes por lo que no pueden llegar a una conclusión definitiva pero quizás dejando una puerta abierta hacia ellos mismos en lo que parece ser un juego, un coqueteo con medias frases.
 -Por favor, no pienses esas cosas-Le dice Juan- No puedes o es difícil que puedas encontrar alguien con estabilidad económica con una edad acorde con la tuya.
 -Veras, no veo en estos momentos la diferencia de edad como un inconveniente sino todo lo contrario. Cuando era más joven sí que sentía la diferencia de edad, pero ahora, en mi presente, el concepto edad ha variado, no llego a notarlo. a partir de una cierta edad, sólo hay hombres y mujeres. La edad ha desaparecido, no existe. Lo importante para mí, en un hombre, es el trato, el respeto, el conocimiento. Los hombres que he tratado de mi edad, me parecen superfluos, vanidosos. Aprecio más el conocimiento y experiencia de los mayores.
  Al llegar a este punto el corazón le da un vuelco ¿Será una insinuación? Para él sí que se hace realidad el hecho de la diferencia de edad y puede que, por eso, a su lado, se siente renacer de nuevo. Por un momento imagina qué pensaría la gente de su entorno si esta fantasía, que siente viva, se hiciera realidad. ¡Les llamarían locos!  ¿Dónde va con una mujer tan joven? Al pensar de esta forma ha tocado la realidad, y aunque en su interior se encuentra joven, como si los dos fueran iguales, en el exterior la realidad se impone
-No te precipites. Estás así muy bien, tienes tiempo por delante para vivir, no tengas prisa en absoluto, lo que tenga que ser, será...
  Y mientras lo dice está pensando en él y en la posibilidad de que un día pueda ir a buscarla para decirle: ¿Quieres venir a vivir conmigo? Como si ella fuera a estar toda la vida esperándole. Ríen cuando ella le habla de la abuela casamentera, que en cuanto la ve, le está proponiendo un marido. No puede dejar de observarla. Su mirada es una caricia sin fin, ternura desmedida, pero... ¿No hay pasión? No está muy seguro. No siente el deseo imperioso de tomarla apasionadamente entre sus brazos, es más bien un sentimiento de inmensa ternura, el placer de tenerla a su lado, de verla, escucharla, sentir los temblores de su voz, intentar adivinar sus ocultos secretos, hablar de la última película que la ha impactado, el último libro leído, y de aquel que debería, a su juicio leer ¿Qué siente realmente ella? No lo sabe. Probablemente nunca lo sabrá. Para que eso sucediera, debía de tener el valor de insinuarse más abiertamente... ¿Y si estuviera en un error, si tan solo fuera una jugarreta de su fantasía? El error lo pagaría muy caro. Sólo ella avanzando en sus insinuaciones, tomando la iniciativa podría aclarar la situación y eso sabe que no lo hará, o al menos cree saberlo….
 Pasados unos días le mandó las fotos, no recibió ninguna respuesta y dejó de verla. Al parecer se había marchado fuera de la ciudad. Pensó mucho en ella, Repasó su último encuentro analizando lo que sintió y el complicado juego que mantuvieron. Era maravillosa, pero… ¡tan joven!

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