Hay aroma a selva
y pájaros frente a la puerta.
Es momento de florecer.
Es cuando la lluvia se acuesta en el rincón de las palabras
y no hay razones en el cuerpo
-sólo sabores
perfumes
sentidos…-.
Despertamos.
En la renuncia a guardar silencio
en las huellas de aquel deseo
la mente y la carne
asombran
hasta la gloria y el encanto.
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