Productiva extensión
amanecida
con albores de surcos y
manceras,
prodigiosa provincia ¡Buenos
Aires!
paraíso sublime de la
tierra.
Dilatada llanura donde
emergen
las turgencias grisáceas de
la piedra,
y dorados trigales que
presagian
el destino final sobre las
mesas.
Las atlánticas sales
acarician
el origen natal de las
riberas,
y en maduros frutales ronda
altiva
una oferta de miel en cada
entrega.
En sus fértiles campos de
labranzas
hay un sueño metido en cada
melga,
y en alarde triunfante canta
Ceres
por el premio ganado en las
cosechas.
Mirasoles, flamencos,
garzas, cisnes,
en espejos azules se
reflejan,
donde cruza el venado cual
pampero
con jactancia de libre en
pampa abierta.
Un paisaje de ombúes y de
talas;
eclosión forestal, verde
presea.
Territorio preciado por su
clima
dibujado con mágica
acuarela.
Conjunción de pecuaria, sol
y agro,
vaticina futuros de
grandeza,
y sus playas, sus ríos y lagunas
alimentan las musas de
poetas.
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