sábado, 5 de julio de 2014

Dos poesías - Por R.L. Stevenson

MI  CASA

Mi casa … Pero escuchad a las claras palomas
que hacen de mi tejado el campo de sus amores,
dando vueltas todo el día alrededor del gablete
y llenando las chimeneas con su zureo.
Nuestra casa, dicen ellas; y la mía la declara el gato
extendiendo su dorada pelusa sobre las sillas,
y mía, el perro, levantándose furioso
si algún pie extraño profana la vereda.
Así también, el corzo que adorna mis campos;
y hasta el jardinero llama suyo el jardín.

Quien ahora, derrocado, vigila la sencilla morada
y su último reino, sólo tiene el camino.

 
REQUIEM

 Bajo el inmenso y estrellado cielo,
cavad mi fosa y dejadme yacer.
Alegre he vivido y alegre muero,
pero al caer quiero haceros un ruego.

Que pongáis sobre mi tumba este verso:
“Aquí yace donde quiso yacer;
de vuelta del mar está el marinero,
de vuelta del monte está el cazador”

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