Era la lluvia, que añoraba.
Era la imagen tan real de tu rostro, que amaba
-tu espejismo, de cuando sonreías al latir del universo
que llegaba a mi mente
después de cada rumor de polvo acarreado por el viento
sobre calles resquebrajadas, estampadas de sequía
en anhelos de páramo
que aguarda la escarcha de la madrugada.
Era una voz desesperada
donde alguna vez hubo sueños en común
la mía.
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