Rotura de la madre.
Fiebre de la escritura anhelante de cauce
-agüita simple suave clara
salvaje.
Letras desarmadas agotadas por tanto simulacro
palabrean en detenida infancia,
en marmitas donde se cuecen los bocetos,
donde caemos como despatriados
y la reconstrucción de azares llega
en cada gajo, cada consonante
como varios silbidos sostenidos por la mano
las manos hacedoras de alimento.
Y la caída dulce en la cotidiana
fragmentación del sabor de lo nombrado.
Fragmentación en gajos y la mirada absorta
de la iguana temblorosa
incapaz de vuelo, incapaz de piano,
de acorde en mí,
solitaria hembra enhebrando alas.
De “Heridas de Póker”, ediciones del Dock
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