domingo, 2 de noviembre de 2014

CONTATE UN CUENTO VII – 2014

ESPERO QUE TENGAS HIELO

Por Jeremías Bottega, alumno de 6° año de la Escuela Secundaria N° 1

          Con Carlitos éramos y somos íntimos amigos, -no me gusta hablar en pasado-, de esos hermanos que te da la vida y que también la vida te deja elegir a diario. Amigos desde el jardín, crecimos juntos, vivimos toda nuestra infancia juntos y de alguna u otra manera siempre estábamos en contacto. A los 13 o 14 años cuando uno empieza a querer hacer sus primeras armas en la noche de Azul, donde vivíamos, nos hicimos más que compinches.
Me acuerdo cuando salíamos a "Sin Destino", un bolichón de la vuelta de la casa de Carlitos, también recuerdo la esquina abandonada, sin techo, en Sarmiento al 1300 donde dejábamos escabullidas las botellas de whisky que empezábamos a tomar en alguna que otra juntada, porque si la llevábamos a nuestra casa se pudría todo, o por lo menos eso nos parecía. Los dos nos hicimos fanáticos del whisky, empezamos agarrándonos unos pedos tremendos.
Cuando iba a empezar cuarto de la secundaria se cambió de escuela, no se quebró la relación, sino que nos volvimos un poco más hermanos que amigos. Juntos éramos dinamita o somos mejor dicho.
En 5to nos íbamos a ir de vacaciones todo el grupo de amigos y a vos no te dejaron, tus padres decían que yo era mala influencia y que conmigo no iba ni a la esquina, pobres no conocían al hijo. Yo sé que a vos no te gusta que hable tanto en pasado, pero lo tengo que hacer, la situación lo amerita, el relato lo amerita, el estado lo amerita porque, amigo, yo te quiero.
Ese 5to año en diferentes colegios, fue una bomba, salíamos todos los días, hacíamos de todo, teníamos "dos amigas", formábamos el cuarteto perfecto, íbamos a comer, salíamos, nos fuimos una noche a la laguna (de ilegal) los cuatro juntos. Ese 5to año terminó como uno de los mejores, y con nuevos amigos, para nosotros siempre fue importante tanto la amistad como el buen vivir y el disfrutar la vida, como lo hacíamos siempre.
También tuvimos nuestras idas y vueltas, y porque no, nuestras claras peleas. En tercer año nos peleamos, fue mortal, estuvimos casi 7 meses distanciados. Fue una boludez, nos ofendimos mutuamente y nos dejamos de hablar, se terminó la amistad llegaste a decir.
Te juntabas con otro grupo de amigos y yo con el mío, pero con una amistad como la nuestra no te separas tan fácil, y después de esos meses, otra vez en "Sin destino", como tiempo atrás y quizás, no me atrevería a confirmar aunque este en un 100% seguro, con unas copitas de más, nos miramos, nos sonreímos, nos fundimos en un abrazo y dijimos, qué pelotudos somos.
Yo tenía muchos problemas familiares no disfrutaba viviendo en mi casa y sufría las peleas y peleas con mi vieja o mi viejo y vos siempre firme, siempre bien, siempre fuerte, aunque también sufriste por la tuya y yo hice lo que pude y me gusto hacerlo en el momento.
"Todo el mundo que jugó, perdió más veces de las que ganó" fue nuestro lema
siempre,  pero siempre fueron  más  preponderantes  las victorias que las derrotas y a eso apuntamos. Cuando el "Ganó las festejó conmigo y cuando yo "Gané" lo festejé con él, porque nos contábamos todo y cada uno de las
historias que nos pasaba. Los términos ganar o perder fue siempre lo que dijimos y lo que sentimos en todos aspectos de la vida, porque empate nunca sacábamos en nada, nunca nos gustaron los grises.

            -Eso, desde mi punto de vista, nos ha perjudicado.¿ no, che? ¿Vos que decís?

Pero un día la vida nos separó, cada uno tomó su camino, que es lo lógico, sin embargo la amistad no se perdió, va eso creo. Yo influenciado por mi familia que quería que estudie estuve dudando hasta último momento, no obstante opté por irme bien lejos y viajar, no de mochilero porque me suena a sucio y desprolijo, sino que me fui a laburar por ahí. Me saqué el gusto, porque la vida es una sola e hice buenas escalas: Tucumán donde trabajé de pizzero, La Paz, Solivia ,allí fui a la casa de un amigo tucumano hasta que recale en Brasil. Porto Alegre, buenísimo.

-Vos, boludo, te hiciste rustico, te quedaste acá, laburaste y tuviste críos jajá.
No me quisiste seguir y te quedaste ¡aburando acá con tu viejo y tus hermanos. Mal no te fue, hasta donde sé, a los 24 te juntaste o te pusiste de "novio" como decías vos. Aguantaste bastante hasta tener a tu secuaz, a los 31 vino Matías, que hermoso pendejo que no me diste el gusto de ser su padrino. De Nora tu señora sé varias, vos ya la tenias fichada de cuando éramos pendejos e iba dos años más que nosotros. Si mal no me acuerdo algo había pasado ahí de chicos, no recuerdo que, o mejor dicho no es necesario recordarlo.

Fanáticos como somos los dos de los redondos me gustaría de fondo poner "Juguetes Perdidos", el tema que tantas veces nos acompañó, pero quiero y preferiría evitar lloriquear. Cuando me avisaron lo que le había pasado, ni el más pesimista pensaba el final.
Nos hizo bien volver a vernos, hacía rato que no nos veíamos, desde la navidad de hace dos años, cuando Mati tenía 12, cómo pasa el tiempo ya tengo 45.
Aunque esta última visita estés mal y me duela el alma, yo sé que te hizo bien escucharme. Porque así fue más o menos hasta el día de hoy nuestra relación, siempre estuvimos de un lado u otros conectados. Ahora que no te puedo llamar o mandar un texto para contarte algo, me voy a encargar de contarle todas y cada una de ¡as historias a Mati, que se le ponen brillosos los ojos cuando hablo de vos.
Porque ahora no te podemos dar un abrazo, ni caer a tu casa a comer y llevar algo para tomar, porque te queremos ver y no podemos, estas en esta cama de hospital, peleando por no entrar en un sueño eterno y Mati cada vez que de vos hablamos lagrimea, y me pregunta por qué te toco pasar por esto a vos.
Cuando levanto la vista y veo a Nora y Mati fundidos en un abrazo y con lágrimas en los ojos, ya no tengo que entender ni preguntar nada.


             Y me emociono cuando me acuerdo de nosotros en las noches de Azul, se me cae un lagrimón cuando veo tu número en el celular y no te puedo llamar. Cuando veo los mails que nos mandamos en ese montón de tiempo que estuvimos lejos y me contabas los planes que tenías. Porque todavía me sigo acordando de la última vez que tomamos ese whisky en tu casa antes de que yo me vaya de viaje y en el brindis te dije que la próxima botella la iba a abrir con vos Espérame y descansa en paz. Cuando nos veamos, porque nadie tiene vida eterna, prometo llevar la botella, espero que tengas hielo en la heladera, no como otras veces.

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