Después de lunas y lunas,
lo quieren sacar del campo.
Hoy lo he visto, cobre antiguo,
tierra y temblor, sueño amargo.
Allí está su sombra india
casi tocando la ausencia,
como si fuera a quedarse
ahí mismo, sobre la hierba.
“Hace años que trabajamos
este campito nomás...
Me dicen que soy intruso
y que me debo marchar...”
Casi nunca viene al pueblo,
su sangre apenas lo lleva,
y en sus ojos hace tiempo
que anda rondando la niebla.
Tener que irse y tan solo...
La tierra tiene otro dueño.
Don Quintín, cómo decirte
que los intrusos son ellos!
“Hace años que trabajamos
este campito nomás...
Me dicen que soy intruso
y que me debo marchar...”
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