Andaba doña Gregoria el caserío, ofreciendo sus matras. Un día se fue del pago. Los paisanos conservan sus trabajos todavía, llenando con sus
colores los humildes recintos de los ranchos...
Aquí viene llegando
la tejedora puelche,
la que tejía sus matras
lo mismo que su suerte.
Venía siempre al pueblo
en busca de la gente,
saliendo de la tarde
como una chilca verde.
Llegaba despacito,
subiendo desde el este,
allá, donde el río seco
se junta con la muerte.
Chamal rojizo y verde,
color que trae la suerte.
¡Ay, tejedora puelche!
tu sombra siempre vuelve.
Hoy suben de la tierra
tus raíces silvestres,
los vivos colorinches
de tus lanas alegres.
Loco el viento de junio
castiga, pardo y fuerte,
con tus matras yo tengo
la sola patria puelche.
Y aquí te dejo viva
memoria del Oeste,
derramada en mi canto
como un río ferviente.
Chamal rojizo y verde,
color que trae la suerte.
¡Ay, tejedora puelche!
tu sombra siempre vuelve.
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