sábado, 24 de octubre de 2015

LA PROMESA Por Juana de Ibarbourou

Todo el oro del mundo parecía
diluido en la tarde luminosa.
Apenas un crepúsculo de rosa
la copa de los árboles teñía.

Un imprevisto amor, mi mano unía
a tu mano morena y temblorosa.
¡Eramos Booz y Ruth ante la hermosa
era que circundaba la alquería!

-¿Me amarás? - murmuraste. Lenta y grave
vibró en mis labios la promesa suave,
de la dulce, la amante moabita.

Y fue como un ¡amén! en ese instante,
el toque de oración, que alzó vibrante
la rítmica campana de la ermita.

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