sábado, 23 de enero de 2016

El amanecer Por JULIO CARLOS DÍAZ USANDIVARAS

Voy caminando en el agua, pura
como las piedras que lava la eternidad.
Una flor, una voz que siembra
lámparas en la brisa
-vidalitá-
llega conmigo.

Yo soy el payador, oídme, el dueño de los pájaros
y el vino.
Mi garganta amanece después de cada sombra
como una vara de profecía,
porque traigo la sangre guardada entre la música
y esta carta fragante de la tierra
para tocar tu frente.

El trapecio del bosque defiende los espejos
del trebolar que se bebió la noche
y ahora festeja el círculo principal y encendido.
En el hombro desnudo del cielo
los colores estrenan su júbilo apremiante
 - oh cuerpo azul, suave estación, bandera -
y el álamo protege su temporal vigencia de tacuara.

Voy caminando en la tierra parda
y en el espacio del chingolo
El árbol despertó sus frutales espuelas;
la punta de una rama
va quebrando el último azufre de la niebla
y mi sangre desata sus gauchas anteriores.

Una guitarra sola, para mi vez antigua de metales.
Una guitarra sola
y   herida en este pulso de ceibal circulante.
y todo el país del viento derramado en mi boca,
porque voy libre y cantando
en el estribo entero de la patria.

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