Voy caminando en el agua, pura
como las piedras que lava la eternidad.
Una flor, una voz que siembra
lámparas en la brisa
-vidalitá-
llega conmigo.
Yo soy el payador, oídme, el dueño de los pájaros
y el vino.
Mi garganta amanece después de cada sombra
como una vara de profecía,
porque traigo la sangre guardada entre la música
y esta carta fragante de la tierra
para tocar tu frente.
El trapecio del bosque defiende los espejos
del trebolar que se bebió la noche
y ahora festeja el círculo principal y encendido.
En el hombro desnudo del cielo
los colores estrenan su júbilo apremiante
- oh cuerpo azul, suave estación, bandera -
y el álamo protege su temporal vigencia de tacuara.
Voy caminando en la tierra parda
y en el espacio del chingolo
El árbol despertó sus frutales espuelas;
la punta de una rama
va quebrando el último azufre de la niebla
y mi sangre desata sus gauchas anteriores.
Una guitarra sola, para mi vez antigua de metales.
Una guitarra sola
y herida en este pulso de ceibal circulante.
y todo el país del viento derramado en mi boca,
porque voy libre y cantando
en el estribo entero de la patria.
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