sábado, 5 de marzo de 2016

ANÉCDOTAS GRIEGAS

Bías

Éste también fue una vez sorprendido por una tempestad a bordo de un buque. Entre sus compañeros había algunos de bastante mala fama que empezaron a implorar el auxilio de los dioses.
- ¡ Tened la lengua !exclamó Bías, ¡no les hagáis saber que estáis a bordo !


Decía que prefería ser arbitro de sus enemigos que de sus amigos.
Porque, de dos amigos, tengo la seguridad de enemistarme con uno, mientras que de dos enemigos, puedo hacerme con un amigo.



Aristípo

Dionisio el tirano preguntó al filósofo Arístipo por qué los filósofos infestaban las casas de los ricos y éstos no infestaban las de los pobres. Arístipo contestó :
- Porque lo filósofos saben lo que necesitan y los ricos no.


Una vez pidió dinero á Dionisio, y éste replicó :
-  Creía que los filósofos no tenían necesidad de dinero.
- Dámelo Arístipo,y te contestaré.
- Dióle Dionisio algunas monedas de oro.
- Ahora - prosiguió Arístipo,-ya no tengo necesidad de dinero.


Durante una tempestad, a bordo de un bajel, se asustó de tal manera, que otro pasajero no pudo menos de decirle :
-.....Nosotros, los del vulgo, afrontamos serenos el peligro ; vosotros, los filósofos, os mostráis cobardes.
- Es porque arriesgamos algo más que vosotros, cuyas vidas bien poco valen -contestó



Diógenes

Iba Diógenes mendigando dinero según la costumbre de muchos viejos filósofos que no querían molestarse en ganarlo e insistía más y más en sus pretensiones cerca de un joven pródigo que cerca de otros. Uno que lo observó, díjole :
- Estáis abusando de la generosidad de un hombre dadivoso.
  - No, -replicó Diógenes-, ya procuraré otra vez mendigar también a los demás.



Agesliao


Al decir a Agesliao que había un hombre que sabía imitar al ruiseñor a la perfección, contestó :
- ¿Y qué? yo he oído al propio ruiseñor



Alejandro el Grande


El rey Darío de Persia hizo grandes ofrecimientos a Alejandro el Grande, después de la batalla de Issus, si quería retirarse de aquella nación. Uno de sus generales, Parmenio, dijo :
- Si yo fuese Alejandro, los aceptaría.
Entonces, Alejandro replicó :
- Yo también, si fuese Parmenio.



Temístocles


Un día, el representante de un Estado insignificante dirigióse a Temístocles en tono asaz altanero.
- Amigo mío dijo éste :vuestras palabras necesitarían todo un Estado para justificarlas.



Filipo de Macedonia


Aconsejaron a Filipo de Macedonia que desterrase a  un noble, porque había hablado mal de él.
Filipo replicó :
- Vale más que hable en donde se nos conoce a ambos, que donde no seamos conocidos ninguno de los dos.



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