sábado, 12 de marzo de 2016

FABULAS DE ESOPO (Selección)

LOS LOBOS Y EL ASNO ENFERMO

Divulgóse por cierta comarca la noticia de que un Asno, rico en carnes, se hallaba enfermo de tal peligro que no pasaría de la noche. Al punto, muchos Lobos, que eran amigos del Jumento, se presentaron, afectando tristeza, á la puerta de su casa y preguntaron solícitos por su salud. El hijo mayor del Asno asomó la cabeza por la ventana y dijo: «Señores Lobos : mi padre no está de tanto peligro como deseáis.»



LAS LÁGRIMAS DEL RICO

Muriósele a cierto poderoso una de sus dos hijas, y, según la costumbre del tiempo, pagó muchas mujeres para que la llorasen. La hermana que sobrevivió, acercóse a su madre y le dijo:«Madre mía: ¿cómo nosotras que tanto sentimos la desgracia, apenas nos condolemos, y esas mujeres que ni aun siquiera conocían a la difunta, se deshacen en lloro?» «No te extrañe, hija mía contestóle la madre :esas mujeres no lloran lágrimas, sino monedas, y ya sabes que las monedas son las lágrimas del rico.»



LA PALOMA Y LA CORNEJA

Encerrada en estrecho palomar, sin aire y con escasa luz, enorgullecíase, sin embargo, cierta Paloma de la fecundidad con que la naturaleza la había dotado. Una. Corneja que la oyó le dijo :«No te envanezcas, desgraciada, de tener mucha prole ; porque los esclavos que engendran hijos, cuantos más hijos engendran, más esclavos hacen.»



EL CUERVO ENFERMO

Próximo a la muerte y sin remedio humano, decía un Cuervo a su madre :«No llores, madre mía, sino pide a los dioses por mi salud.» «¿A los dioses, me dices? -replicó la madre acongojada.¿Cuál de ellos crees que se apiadará de ti? ¿No has pasado la vida picoteándoles la carne después del sacrificio ?»

El que durante la prosperidad no hace más que daños, ¿ qué amistades espera en la desgracia ?



EL PERRO MORDEDOR

Hubo en cierta ocasión un Perro que, sin ladrar ni enseñar los dientes, mordía a cuantos se acercaban a su casa. Harto ya su dueño de sostener altercados y pagar medicinas, resolvió ponerle un collar con cascabeles, para advertir al público de que corría peligro. Pero el Perro que era tan malo como tonto, pensó que lo que habían colgado era una condecoración y desde entonces miraba a los demás perros con desdén. Un mastín honrado se le acercó a la oreja y le dijo :«Piense, hermano, que no todo lo que se cuelga al cuello es honra ; pues hay condecoraciones que el llevarlas debe causar vergüenza.»

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