I
Un borrachón padecía
Fiebre y sed; y en el recargo
A su médico decía:
- Quíteme la fiebre usía,
Que de la sed yo me encargo.
II
Con ceño bastante adusto,
Por Dios y Santa María
Un joven sano y robusto
Me pidió limosna un día.
-Vete a cavar, dije yo.
Y arrugando el entrecejo:
-Limosna, me contestó,
Le pido a usted, no consejo.
III
Un servil adulador
Al Rey se atrevió a decir:
-No hay más remedio, Señor,
Todos hemos de morir.
Mas de aquellos francos modos
Temiendo un mal resultado,
El hombre añadió turbado:
-Quiero decir, casi todos.
IV
En tiempo de las bárbaras naciones
Pendían de las cruces los ladrones;
Pero ahora en el siglo de las luces
Del pecho del ladrón penden las cruces.
(Hugo Fóscolo)
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