Al cielo arrebataron nuestros gigantes padres
El blanco y el celeste de nuestro pabellón;
Por eso, en las regiones de la victoria, ondea
Ese hijo de los cielos que no degeneró.
Cual águila en acecho, se alzaba sobre el mundo,
Para saber qué pueblos necesitaban de él,
Y llanos v montañas atravesando, y ríos,
La libertad clavaba donde clavaba el píe.
Del cóndor de los Andes las alas no pudieron
Seguir en sus victorias al pabellón azul.
Ni la pupila impávida del águila, un momento
Pudo mirar de frente su inextinguible luz,
¡Alcemos sus colores con vanidad, hermanos,
De nuestra gran familia el apellido es él;
Dos bandos fratricidas le llevan en sus lanzas.
Mañana, en torno suyo se abrazarán también.
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