I
Duerme la luna en el cielo
con árboles como almohada;
las nubes velan su sueño,
su antiguo sueño sin pausa.
La roca, gris y desnuda,
bebe un silencio sin pausa.
Es aquí donde la muerte
de tanto en tanto descansa.
II
Sólo dos enamorados
se atreven a visitarla.
Un solo cuerpo los une,
y en sus miradas,
hay un sereno reflejo
de plata. De pura plata.
Sólo la noche,
la fría y pálida noche,
con ternura los abraza
mientras con sus labios juran
amarse como Dios ama.
Uno es su cálido aliento
-húmedo incienso del alma-
El cielo comienza a abrirse
para escuchar su plegaria:
Han unido sus destinos
sobre una Roca más alta.
III
Amor mío, en esa noche
te dije cuánto te amaba.
En la roca están grabadas,
una a una, mis palabras.
La luna sigue en el cielo
y nadie podrá bajarla.
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