domingo, 4 de septiembre de 2016

FABULAS EN VERSO CASTELLANO Por Juan Eugenio Hartzenbusch

La verdad sospechosa


Llevaban a enterrar dos granaderos
al soldado andaluz Fermín Trigueros,
embrollón sin igual, que de un balazo
cayó sin menear ni pie ni brazo.
-¡Hola, sepultureros!
(les dijo un oficial), ¿murió ese tuno?
-Murió, (contesta, de los dos, el uno).
Aquí Trigueros en su acuerdo torna,
y oyendo la expresión, dice con sorna:
Lo que es por la presente,
me figuro que vivo, mi teniente.
A lo cual replicó su camarada:
No dé usted a Fermín crédito en nada.
Siempre embustero fue: su fin es cierto;
pero aún miente el bribón después de muerto.

Quien falte a la verdad, con eso cuente:
dirá que hay Dios, y le dirán que miente


Los Timantes


Pintaba el celebérrimo Timantes
un Júpiter con ojos fulgurantes,
rayo en la diestra y en la izquierda rayo;
y al severo pintor díjole un payo:
Si en ambas manos el rigor le pones,
¿con cuál vierte ese Dios premios y dones?

Es en la Omnipotencia
igual a la justicia la clemencia.


Los polvos de la madre Celestina


Señor maestro, (preguntó Raimundo)
los polvos de la madre Celestina,
que todo lo alcanzaban en el mundo,
¿se sabe o se imagina
de qué pudieran ser? -Cuatro ingredientes,
(díjole el preceptor) omnipotentes,
entraban en la mágica mixtura:
oro, saber, esfuerzo y hermosura.

Hoy, lo que tantas maravillas obra
es el oro no más; el resto sobra.
Por gracia, no de Dios, reina el dinero,
soberano señor del mundo entero..


El espejo y el agua


Disputaron el agua y el espejo,
y fue la riña del tenor siguiente.
-ÉL: Yo, de genio duro, lo reflejo
todo sin aprensión exactamente.
-ELLA: Pues yo, con mi carácter blando,
todo lo pinto a medias y jugando.
-El defecto menor, el más pequeño
tizne que manche un rostro, yo lo enseño.
-La mancha enseñarás; pero, amiguito,
hago yo más que tú, pues yo la quito.

Enoja la desnuda reprimenda;
dulce amonestación produce enmienda

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