sábado, 19 de noviembre de 2016

INDEPENDENCIA PERSONAL Por I. Sánchez Ramos

En cierta fábrica de calzado había un capataz inteligente y bondadoso, llamado Oscar.
El patrón llamóle un día y le dijo:
- Hoy vendrá un empleado del gobierno a preguntar cuántos botines se hacen diariamente, para calcular el impuesto. Diga usted que se fabrican 60 pares.
- Señor contestó el obrero, de los talleres salen, día por día, ciento treinta...
- ¿Y qué importa? replicó el dueño. Se trata de pagar lo menos posible.
- Importa mucho, señor; yo tendría que mentir.   .
-  ¡Vaya con los remilgos! Elija: ¡o hace lo que le mando o va a la calle!
- Me voy, señor. Puedo darme el gusto de cumplir con mi deber. No tengo deudas con usted; poseo algunas economías; jamás cometí acciones indignas y conozco bien mi oficio. En cualquier otra fábrica hallaré trabajo. Soy independiente, hasta el punto de no verme obligado a cometer feas acciones.
Y tomando el sombrero, se encaminó a la puerta.
El dueño, admirado del carácter del obrero, se opuso a que se fuera.

Del libro de lectura “Albricias” de Gaspar Benavento, año 1957

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