Cuando la noche lo toma
sin un refugio seguro,
no ha de ser gaucho cabal
el que se sienta en apuro.
Basta con desensillar
y hacer cama del apero,
que es lindo dormir a campo
velado por el lucero.
Para evitar extravíos
conviene sobremanera
en la dirección del rumbo
orientar la cabecera.
Mas en el pozo de sombra
de la noche y el sopor
debe escucharse el silencio
con un sentido avizor.
Que un palito que se quiebra
o un livianísimo roce
puede anticiparle un riesgo
al que esos trances conoce.
Y al despuntar la mañana
pegarle fuerte al amargo,
que así se retempla el cuerpo
de la humedad y el letargo.
Luego, otra vez en camino,
los ojos en lontananza,
poner en la Providencia
la suma de su esperanza.
Pues sabe el más descreído
que cuando Dios dice ¡ amén!
por brava que sea la empresa
ha de sacarlo con bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario