Todos sabían que la Muerte era una especie de “algo”, que con tocar con sus manos huesudas cualquier ser con vida, lo dejaba en el sueño eterno.
Y la Muerte sabía que todos decían eso…y también decían otras cosas,; le decían: “La Dama del eterno sueño helado”. Pero lo que no sabían era lo sola que se sentía…la tristeza que ahogaba su negro corazón al no poder abrazar a nadie…
Pero en fin, ese era su destino y no podía cambiarlo.
Un día, caminando por el bosque, encontró al pie de un árbol una cría de ciervo que parecía perdida.
-Ésta sebe ser mi víctima de hoy- pensó.
Pero cuando se acercó al animalito, éste la miró con infinita ternura y por primera vez algo como un escalofrío le corrió por la espalda a la Muerte. Entonces, la ciervita salió corriendo y ella la dejó que se fuera.
Así la ciervita fue creciendo y la Muerte siempre la vigilaba, como cuidándola de los peligros que se le acercaran. La ciervita sabía de esto y un día, tomó confianza y se le acercó. Volvió a mirarla con ojos tiernos y le lamió las manos.
En ese momento la Muerte cerró los ojos porque sabía que si los abría encontraría muerta a su amiga. Pero para su alegría, cuando sintió que nuevamente lamían sus manos, abrió los ojos vacíos y la vio, hermosa, viva, bien viva…
Desde ese día no se separaban y la ciervita siempre la acompañaba en sus recorridos. Y así pasó el tiempo y casi sin que se dieran cuenta, la cierva se hizo vieja y llegó su momento, su final…
Las dos sabían que esa era la última vez que la Muerte tocaría a la cierva…entonces cuando se le acercó, la abrazó en un abrazo interminable, casi cálido y no frío como siempre era su toque. Y al fin la cierva murió y la Muerte se quedó sola y triste de nuevo.
Tiempo después, cuando la Muerte recorría los lugares donde había caminado con su amiga, sintió un ruido como de pasos. Enojada fue a ver qué animal se atrevía a andar por aquel lugar que sólo ellas dos recorrían y vio a su amiga cierva…mejor dicho al fantasma de su amiga que volvía para estar con ella.
Ahora sí…estarían juntas por siempre y volverían a recorrer los campos y los caminos. La Muerte ahora sabía lo que representaba la amistad y el amor y aunque su trabajo debía continuar, lo haría de una forma más amable, más tierna… ahora era feliz y nunca más la llamarían: ”La Dama del eterno sueño helado ”, ahora sería: “La Dama de la ternura eterna”
No hay comentarios:
Publicar un comentario