Hace mucho tiempo, existían en la Tierra monstruos y humanos, pero una vez esa unión entre estas especies se rompió. Fue así como llevaron a los monstruos a los subsuelos, debido a que cuatro de ellos poseían los elementos de la vida: tierra, aire, fuego y agua. Los humanos los veían como una amenaza, ya que con tanto poder podían hacer destrozos a su semejanza. Pero las cosas no parecían así, ellos vivían otra vida en los bosques, lagos y en las afueras de la ciudad; y decidieron dejar en paz a los humanos.
Tiempo después, en un lugar muy remoto empezó a escucharse un rumor de que los que iban allí nunca volvían…y aquí entramos en la historia de Stuart, un niño al que le encanta vivir aventuras.
-Bueno, ya es de noche, aquí descansaré. Espero que no haga tanto frío como en Alaska-dijo el niño.
Luego de cenar porotos enlatados y al estar tan cansado se durmió, pero un sueño lo despertó repentinamente. En ese sueño, Stuart vio unas luces que lo guiaban hacia una cueva en donde se encontraban las esferas de poder, que eran usadas por los guardianes para crear el planeta.
Stuart decidió seguir ese camino hacia la cueva donde se encontró con esas esferas, las cuales eran custodiadas por los cuatro monstruos guardianes: Igneo, el guardián del fuego; Vianca, guardiana del aire; Aquarella, guardiana del agua y Terrus, guardián de tierra.
-Hola, ¿quiénes son ustedes?- preguntó temeroso Stuart.
-Somos los guardianes de las esferas de poder con las que hemos creado este planeta- respondió Igneo. ¿Y tú quién eres?- preguntó.
-Me llamo Stuart y me encanta vivir aventuras nuevas- contestó el niño. -Y ustedes ¿qué hacen aquí abajo?-
-Nos protegemos de los humanos. Ellos creen que somos una amenaza pero en realidad evitamos que la Tierra se destruya- contestó Terrus.
-Pero las esferas están perdiendo poder, se están apagando ya que hace mucho tiempo que no reciben la energía de la superficie terrestre- comentó Vianca.
-¿Y no pueden volver?- preguntó el niño.
-¡No! ¡Los humanos nos atacarán! No queremos que pase eso de nuevo- exclamó Igneo.
-Creo que si hablan con ellos entrarán en razón- dijo Stuart.
-Tal vez si tú hablas con ellos de lo que sucede y de que la Tierra se va a destruir lo van a entender- dijo Aquarella.
-¡Por supuesto! Eso es lo que tengo que hacer. ¡Esa es mi misión, esa es mi aventura!
Y así Stuart volvió para encontrase con los humanos. Apenas llegó se encontró con mucha gente que se había reunido en el centro de la ciudad protestando por los guardianes.
-¡Escuchen, escuchen!- gritó el niño. Mi nombre es Stuart y vengo a hablar de lo que les está pasando a los guardianes. Sus esferas de poder se están apagando y si no hacemos algo nuestro planeta se destruirá-.
-¡¿Cómo se destruirá?!- se escuchó.
-Bueno, el agua inundará nuestras tierras, el fuego se propagará por los bosques y cultivos, soplaran vientos huracanados y la tierra se abrirá- contesto muy triste Stuart.
-¿Y cómo podemos evitarlo? ¿Qué debemos hacer para que esto no ocurra?
Entonces Stuart comenzó a explicarles que las esferas aumentarían su energía si se las traía a la superficie y que él no podía hacerlo, solo los monstruos guardianes. También les dijo que ellos no eran una amenaza, al contrario, ellos cuidan el planeta y hacen que todo funcione en equilibrio.
Los humanos aceptaron que los monstruos regresen, Stuart corrió hacia la cueva a contarles a los guardianes lo que había decidido el pueblo.
Y así fue como entre todos lograron que las esferas recuperaran su energía y mantuvieran el planeta a salvo.
A partir de ese momento Stuart fue nombrado “El Guardián de la Vida”, en agradecimiento por reunir de nuevo a los monstruos y los humanos y que puedan vivir felices en la Tierra como un gran grupo.
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