Por el cielo infinito que a su figura toma
majestuoso se eleva a la plenitud del día.
Es la sabia simiente que al suelo corona.
Es la torre en que aguardan las horas y días,
y es marítima fragua que en oro se amplía.
Su sayal misterioso de áureos colores
a las sombras disuelve con su luz divina,
y expandiendo su reino, se eleva en los montes
bendiciendo los frutos que la tierra prodiga.
Se aburre en su altura en el crepúsculo bajo,
y con una memoria que eterna es su guía,
siniestra, entre sombras, vuelve a su palacio
su colosal amplitud sedienta de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario