Cada vez que se hace referencia al origen del ganado equino en el Río de la Plata, surge la espontánea aseveración que fue don Pedro de Mendoza el responsable de su introducción en el año 1536, además se identifica al actual caballo de la raza criolla como descendiente de esos animales, pero a la luz del aporte de documentaciones históricas, ese convencimiento generalizado abre un espacio como para dudar de esa afirmación.
El veneciano Sebastián Caboto, que remontó el río Paraná y fundó el fuerte Santi Spíritu en la confluencia del Carcarañá con éste, a su regreso a España aseguraba haber visto caballos en la ribera del Paraná. (1)
Esa afirmación de Caboto queda ratificada por el historiador chileno José Toribio Medina en su obra “El veneciano Caboto”, que reproduce en dicho trabajo una carta geográfica levantada por el citado navegante a pedido del rey de España en 1533, es decir, tres años antes que llegara Mendoza al Río de la Plata, y en la misma, puede observarse el actual territorio argentino hasta el paralelo 40 latitud sur, con figuran que denuncian la presencia de animales autóctonos, como el loro y el puma, pero también aparece un caballo, por lo tanto, no puede descartarse la posibilidad de una introducción por medio de otras corrientes colonizadoras.
Con referencia a lo informado por distintos historiadores, que relacionan a Mendoza como el introductor de los primeros “72 caballos y yeguas” al Río de la Plata, resulta un poco aventurado afirmar que de los mismos descienden los actuales caballos de la raza criolla, ya que hay varios motivos que podrían contradecir ese asentimiento. En primer lugar, hay que tener en cuenta que en el año 1541, cuando Irala resolvió levantar el incipiente poblado de Buenos Aires y trasladar a sus habitantes y pertenencias a Asunción, quedaron abandonados, ante la imposibilidad de llevar en precarias naves, “cinco yeguas y cinco caballos”. (2)
Es difícil que esos pocos animales hayan podido reproducirse en forma tan explosiva, como para que Juan de Garay afirmara al recorrer la costa bonaerense en 1580, que parecían “montes a la distancia”, además, hubiera resultado casi imposible soportar el acecho de fieras carnicera y de los aborígenes, que formaban parte de la población viviente en esa época.
Sin desconocer lo afirmado por Garay, en lo referente a la cantidad de animales, hay que tener en cuenta que con anterioridad a la llegada de éste al Río de la Plata, hubo sucesivos ingresos de caballos, y aunque no siempre esas penetraciones se realizaban directamente en el actual territorio bonaerense, no puede descartarse el hecho de una progresiva expansión en la llanura pampeana.
En el año 1542, Alvar Núñez Cabeza de Vaca llegó a Asunción procedente de la costa brasileña con 26 yeguarizos (3).
Ese mismo año, Diego de Rojas trajo caballos desde Perú. En 1545 Francisco de Mendoza llegó con caballos hasta la confluencia del Carcarañá y el Paraná. Posteriormente, con la corriente colonizadora del oeste, procedente de Chile, entraron yeguarizos a la región de Cuyo en 1561 y 1562. Por lo tanto, los equinos hallados por Garay en 1580, en lo que es hoy territorio bonaerense, podrían tener ascendencia en animales llegados con posteridad a los abandonados por Mendoza.
(1)R. Parodi Bustos. Revista Limen Nº 15, Pág.106
(2)Rubén Mayer.”El país que se busca a sí mismo”. Pág. 209.
(3)Ernesto Palacio. “Historia de la Argentina” Ed. Peña lillo.1974
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