domingo, 12 de mayo de 2019

ALBAÑIL Por Juan Carlos Pirali

De su origen masón aún perdura,
la simbólica impronta de esa huella.
Elementos unidos en  acervo
de compás, de plomada, escuadra y regla.
                                      Constructor del progreso en cada pueblo.
Arquitecto y maestro sin escuela.
Albañil, simplemente, noble obrero,
apacible interior, rudo por fuera.


Hermanado al peligro en el andamio
que amenaza en lo alto con su alerta.
Eventual accidente ronda siempre
pero firme en su oficio no se arredra.

Rudas manos manejan el “fratacho”
que nivela revoques con su fuerza,
y descargan tesón en la cuchara;
conjunción de cemento, cal y arena.

Aguerrido jinete de la altura,
recia imagen de cobre y piel reseca.
Resistente al calor y a los inviernos
no conoce “aflojada” en su faena.

 Apilar los  ladrillos. Su rutina
de levantar paredes. Alba y siesta.
Se hace carne en su mente como eco
el impulso que anima la tarea.

Cuando llega la hora del descanso,
distensiones lo abrazan y lo alegran,
y en el grato placer que brinda el vino
al final de la obra, canta y sueña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario